Tras sorprender en España con esa distopía tan ambiciosa como monumental llamada “Shangri-la” (Dibbuks, 17), al hasta ahora breve catálogo de obras del autor disponible en castellano se añade una nueva obra que comparte algunas de las claves que convirtieron a la tarjeta de visita en formato largo del autor francés en una de las sorpresas del momento.
“La Bella Muerte” abunda en el terreno de ciencia-ficción distópica, asentada en este caso en pleno post-apocalipsis. Fue la obra de debut del autor, y contó con una reedición en 2017, para la cual el propio dibujante asegura haber retocado diversos aspectos gráficos con respecto a la propuesta inicial. Lo cierto es que, en este ámbito, hay poco que reprochar a un Bablet dotado de una sensacional capacidad tanto para crear espacios de ficción que asuman un papel más dentro de la historia que está contando, como para dar ese toque de superproducción hollywoodiense a sus páginas. El formato elegido para la edición de la obra sirve, además, para admirar el trabajado gusto por el detalle, el dinamismo de su narración y la identidad visual rematadamente cool que caracterizan al artista.
Como buen director de blockbusters, Mathieu Bablet sabe marcar el minuto, gestionando el cuándo y el cómo decide deslumbrar al lector con un giro tremendo, un plano imposible o una composición brillante. Y, sin embargo, la ambición tiene también peligros. Así, “La Bella Muerte” adolece de ciertas inconsistencias generales que la apartan de ser la gran obra que sí es la posterior “Shangri-la”. El francés, a fuerza de apretar con la incertidumbre y la definición, de puro forzar el juego de sugerir, de contrastar un futuro de ficción duro con una especie de mística hechicera de la pachamama alienígena, acaba agotando la elasticidad de una premisa que habría funcionado mucho mejor con una voluntad de trascendencia una pizca menor y, desde luego, con un desarrollo de personajes más trabajado o un desenlace que huela menos a atropellado.
El resultado, en fin, es un buen cómic de género, un debut más que competente y un flechazo visual desde la primera página al que le perjudica, pero no le anula, llegar después de una obra de mayor envergadura del mismo autor.
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