La popularidad de Gulliver llega hasta tal punto que, en Valencia, el parque infantil más famoso y divertido de la ciudad se bautizó con su nombre cuando se proyectó. La obra de Jonathan Swift es un clásico inmortal de la literatura, y en este caso Bertrand Galic y Paul Echegoyen han hecho una adaptación libre del tercer libro que es una auténtica delicia visual.
La aventura arranca en Londres en 1706 y acaba cuatro años más tarde, cuando el médico finalmente puede regresar a su hogar. Gulliver navega por los siete mares (“los corazones se hinchan con las velas de los barcos”) y visita lugares de nombres exóticos y casi impronunciables como Tonkin, Lindalino, Balnibarbi, Lagado, Glubbdubdrib y Luggnagg. Pero si hay un nombre curioso a destacar, que incluso aparece como subtítulo, es el de Laputa, una isla que flota en el aire. La sorpresa llega cuando el responsable de esta edición de Norma decide cambiar la tipografía de la letra para representar el particular habla de los habitantes de este reino mágico; pequeños detalles como ese marcan la diferencia a la hora de editar una obra.
El formato grande de las páginas de este álbum también es el idóneo para poder contemplar bien las impresionantes láminas de Paul Echegoyen, repletas de figuras estilizadas y de bellos detalles. En conclusión, “Los viajes de Gulliver” es otro acierto de la editorial Norma, y van ya centenares.
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