Llévame contigo

Se ha discutido tanto y muchas veces tan absurdamente sobre el concepto novela gráfica que a uno hace tiempo que se le fueron las fuerzas por el desagüe. Pero sabe Dios, o quien quiera que sea a quien queramos invocar, que “Llévame contigo” no puede definirse de otro modo. Porque su autora, la sueca Anneli Furmark, consigue con sus viñetas y su narración que nos sumerjamos en las aguas turbulentas de la mente de su protagonista con la misma profundidad con la que otros y otras lo han hecho usando millares de palabras entrelazadas.

Es cierto que, en “Llévame contigo”, las palabras son también muy importantes, tanto las que sus protagonistas dicen, como sobre todo las que callan y nosotros escuchamos resonar en nuestras propias cabezas, pero Funmark consigue unir palabras y dibujos con una maestría que merece cualquier premio que se le otorgue. Pero estoy seguro de que tanto ella como yo estaríamos de acuerdo en que no hay mejor premio para una obra como “Llévame contigo” que el hecho de que pueda conseguir lectores, muchos lectores. Porque los merece.

Resumir “Llévame contigo” es sencillo e inmensamente complicado al mismo tiempo. Sencillo porque podríamos decir que trata sobre la crisis por la que pasa a los cincuenta años de edad la protagonista, una Elise felizmente casada, al conocer accidentalmente en una fiesta a otra mujer, Dagmar. Pero son tantas las alegrías, tantas las dudas, tantas las decepciones, tanta la sensibilidad, tanta la ternura y tanta la soledad, que se describen en estas páginas y con tanta veracidad, que harían falta muchas noches en vela con la cabeza dando vueltas a cien por hora para poder entender todo lo que siente Elise. Esas noches que casi todos los humanos hemos experimentado alguna vez en nuestras vidas y que, como decía, resultaría inmensamente complicado resumir en unas pocas palabras. Por suerte, existe gente como Anneli Furmark capaz de convertir todos esos sentimientos en una novela gráfica. Y en una francamente bella y humana.