“Perfer et obdura; dolor hic tibi proderit olim”. Sé paciente y duro. Algún día este dolor te será útil. Ada, una de las protagonistas de “La casa de las magnolias”, pronuncia esta cita de “Los amores” de Ovidio. Ella y Amelia acaban de sincerarse acerca de sus experiencias traumáticas. Las circunstancias vitales las han empujado a vivir en Montalcino, un pintoresco pueblecito de la Toscana: Amelia ha dejado su trabajo de azafata y Ada ha aceptado una sustitución en el instituto del pueblo, tras una ruptura sentimental y un accidente que ha agudizado su Trastorno Obsesivo Compulsivo. Ambas buscan la soledad para pasar página. Pero el destino, por así decirlo, las acaba reuniendo en la Casa de las Magnolias, una hermosa villa a las afueras del pueblo en la que Amelia creció con su abuela, que acaba de fallecer. Aún no son conscientes, pero al encontrarse han emprendido un camino de sanación en el que la soledad nunca va a ser una opción.
Los personajes de Biondi siempre parecen encontrarse en un punto de inflexión, perdidos, huyendo y peleando por hallar su lugar. La idea del regreso cobra suma importancia, sobre todo en el caso de Amelia y Matteo, el protagonista de “Generaciones”, la obra anterior de Biondi editada también por La Cúpula: ambos regresan a sus respectivos pueblos natales, acorralados por sus complicadas situaciones personales, para hacer frente a los fantasmas del pasado que dejaron atrás. En este proceso, la familia, de la que se han distanciado, acaba adquiriendo también un papel decisivo y aquí es donde Biondi es muy acertada retratando los claroscuros de las relaciones personales, imperfectas y complicadas, sin caer en la trampa fácil del maniqueísmo. Para Biondi no hay finales made in Hollywood: el regreso nunca es fácil, habrá obstáculos durante el trayecto, días mejores y peores, pero lo importante es sentirse de nuevo en casa.
Si bien es cierto que Biondi parece moverse siempre en las mismas inquietudes y temáticas, tratadas y narradas con la profundidad, sensibilidad y eficacia que la caracterizan, es en el plano estilístico y gráfico en el que podemos observar el gran salto cualitativo respecto a “Tiempos precarios” y “Generaciones”. En esta obra, Biondi ha depurado su línea hasta conseguir un trazo limpio y delicado, acorde con la belleza y emotividad que exige el relato. Probablemente la apuesta cromática es el cambio más llamativo y significativo, especialmente si se compara con la austeridad de sus anteriores novelas gráfica: colores exuberantes y cálidos con los que la autora italiana consigue transportarnos a la tranquilidad de los bellísimos y evocativos paisajes toscanos. A pesar de esta evidente evolución, Biondi no arriesga excesivamente en la composición de las páginas. Es modesta pero efectiva en lo que nos quiere explicar y transmitir, recurriendo a un recurso que utiliza de manera profusa a lo largo del relato para permitirnos conocer los pensamientos de Amelia y Ada en cada situación: una voz en off que Biondi va desgranando por las viñetas, acercándonos, página tras páginas, al intrincado mundo interior de estos personajes para los que el dolor va a convertirse en una inesperada y necesaria vía de aprendizaje.
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