Como ocurre en primera estancia con Joe Sacco cuando uno no está familiarizado con su trabajo, el estadounidense Derf Backderf es también uno de esos autores que, a primera vista, puede despistar. El trazo de su dibujo resulta simpático, o por lo menos algo alejado de lo que solemos asociar con los cómics más, digamos, serios –por usar una palabra simple que pueda resumir la idea–. Ello podría llevar a pensar que el suyo es un trabajo ligero y superficial, pero nada más alejado de la realidad. Lo ha demostrado sobradamente con su trabajo, algo que cualquiera puede confirmar acudiendo a los dos títulos anteriores editados en castellano también por Astiberri: “Mi amigo Dahmer” –que incluso fue adaptado a largometraje– y “Basura”. Obras ambas de peso, capaces de reflejar la cara más oscura de la existencia humana sea narrando la juventud del conocido serial killer Jeffrey Dahmer o el día a día de unos amigos que se encargan de recoger la basura que otros generan. Eso no significa que Backderf le cierre la puerta al humor, para nada, más bien al contrario. Suele utilizarlo para crear contraste y descargar tensiones cuando la narración lo requiere, pero abandonarlo entre viñetas cuando entra en materia. Y “Kent State” no supone una excepción. Fundamentalmente porque es bien posible que esta obra ganadora del Premio Eisner 2021 a Mejor Libro Basado en Hechos Reales sea aquella en la que más se ha implicado el autor emocionalmente.
Backderf contaba con once años edad cuando ocurrieron los hechos narrados en “Kent State”, un bochornoso y terrible episodio de la historia moderna de Estados Unidos que culminó el 4 de mayo de 1970 con la que se conoce allí como “la masacre de Kent State”. Cuatro estudiantes muertos y varios heridos (uno quedó tetrapléjico para siempre) en el enfrentamiento con la Guardia Nacional, aunque todo lleva a pensar en que fue una suerte de revancha de un grupo de soldados contra aquellos estudiantes antibelicistas a los que consideraban hippies, comunistas e incluso terroristas (recordemos que eran los años de Vietnam y de Richard Nixon en el poder). La onda expansiva de lo ocurrido sigue marcando la memoria de los movimientos universitarios estadounidenses y se mantiene como uno de los momentos más estremecedores de aquellos días, aunque hubo algunas muertes en otros campus del país.
Para darle forma a “Kent State”, Backderf no sólo acudió a todos los libros publicados sobre aquello, sino que también entrevistó a muchas de las personas que lo vivieron en propias carnes. El resultado es un cómic cuyo valor bascula entre lo artístico y lo periodístico, en el que el autor intenta, de algún modo, explicar lo que ocurrió en la universidad que le da nombre, quizás sin intención de ser una obra coral, pero siéndolo. Al principio lo vivimos inquietos y algo excitados, para acabar emocionados con las últimas páginas ante la absurdidad del mundo en que vivimos. Aunque ya sabíamos que Backderf tenía un talento indiscutible a la hora de narrar, este “Kent State” supone la confirmación definitiva.
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