Humana, demasiado humana
Comics / Catherine Meurisse

Humana, demasiado humana

8 / 10
Laura Madrona — 12-07-2024
Empresa — Impedimenta

Todo lo que siempre quisiste saber sobre filosofía y no te atreviste a preguntar. Olvídate de aburridos manuales de filosofía porque Catherine Meurisse te va a solucionar la papeleta con “Humana, demasiado humana”, sometiendo a examen a los grandes nombres de la filosofía: ¿han soportado bien el paso del tiempo? ¿Cómo se acogerían sus ideas en la época actual? Si les aplicamos la perspectiva de género, ¿cuántos de ellos aprobarían?

"Humana, demasiado humana" recoge en un único volumen las cuarenta y seis historietas que Meurisse ha publicado los últimos años en la revista francesa Philosophie Magazine: dos páginas mensuales dedicadas a un nombre o idea de la tradición filosófica occidental en los que la historietista francesa despliega todo el savoir faire que hemos disfrutado en otras deliciosas obras de la misma índole como “Le Ponts des arts” (2019) y “La Comedia Literaria” (2008), editadas también por Impedimenta.

Inteligente, satírica, y con ese puntito descarado de Meurisse que nunca falla, la autora francesa, primera historietista aceptada en la Academia de Bellas Artes de su país, demuestra de nuevo que es toda una todoterreno. Cada historieta, además, concluye con una brevísima y concisa nota final de Mathilde Chédru que resulta imprescindible para contextualizar y redondear el trabajo de Meurisse, que no deja títere con cabeza: la caverna de Platón, la metafísica de Descartes, el pesimismo de Cioran, el devenir de Heráclito, el existencialismo de Sartre o el naturalismo de Thoreau son solo algunas de los conceptos que pasan por la afilada pluma de Meurisse, entre los que (¡sorpresa!) solo encontramos tres nombres femeninos, Simone de Beauvoir, Hannah Arendt y Simone Weil. Un detalle que sin duda deja en evidencia el machismo galopante que ha imperado en la filosofía, no solo respecto al tufillo misógino que desprenden las ideas de algunos pensadores (véase Nietzsche, Diderot o Proudhon), sino por el dominio absoluto que han tenido los nombres masculinos en el ámbito filosófico a lo largo de los siglos.

Siempre es un deleite absoluto leer a Meurisse y, aunque esta obra no está a altura de las magistrales “La levedad” (Impedimenta, 17) o “La joven y el mar” (Impedimenta, 22), su humor ácido y su hilarante dibujo consiguen articular momentos brillantes. Recomiendo, además, no leer el libro de una sentada, sino dosificar su lectura para poder apreciar mejor el ejercicio de concreción que ha realizado en cada caso, consiguiendo en tan sólo dos páginas que el público lector pueda hacerse una idea de complejos conceptos filosóficos que, en la mayoría de casos, han hecho correr ríos y ríos de tinta. Es preciso, por último, reconocer y alabar el excelente trabajo que ha realizado el traductor, Rubén Martín Giráldez.

En definitiva, una obra a la que volver de vez en cuando para gozar del genio de Meurisse y entender que, como simples humanos (y humanas), solo sabemos que no sabemos nada. Como siempre, ¡chapeau!

 

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