“¿Podemos estar preparados para dejar ir a alguien?”. Una portada kawai para llamar nuestra atención. Unas primeras páginas llenas de ternura y de personajes cercanos con las que encandilarnos. Y un hermoso desenlace que transforma de pronto las expectativas que como lectores podíamos tener acerca de este cómic.
Con la edición en castellano de “Hola, Bombón”, Dibbuks nos da la oportunidad de descubrir esta joyita escrita y dibujada por la surcoreana Chung Yoojin que, bajo su aparente sencillez y amable estética, esconde una historia profunda que reflexiona sin rodeos sobre un tema a menudo tabú, sobre todo cuando se trata de libros destinados a un público infantil: la muerte. De esta manera, la obra de Chung Yoojin pasa a engrosar la lista de las tan necesarias obras (aparentemente) infantiles que abordan la muerte y el duelo, junto a excepcionales títulos como “Puedo verte siempre que quiera” (Mariko Kikuta, 98) o “El pato y la muerte” (Wolf Erlbruch, 06); obras en las que también los animales, a modo de fábula, se usan como medio para profundizar en ese tema.
Chung Yoojin ha estructurado la obra en cuatro capítulos. En el primero, que sirve de presentación de los personajes, narra la llegada a una familia, desde un café canino, de la perrita Bombón. Con el tiempo, se crea un vínculo con la niña protagonista, un vínculo que en los capítulos posteriores se va fortaleciendo, hasta volverlas inseparables. Es en ese momento cuando la idea de la muerte empieza a sobrevolar las conversaciones entre la niña y Bombón: a pesar de su aspecto, Bombón es una perrita mayor, así que la niña es consciente de que muy pronto deberán separarse. ¿Estará la niña preparada para dejar ir a Bombón? ¿Podrá despedirse de su querida perrita? Poco a poco, la autora nos va preparando para ese cuarto capítulo: un emotivo y onírico final que pone el broche de oro a un relato que es pura sensibilidad desde la primera hasta la última viñeta.
Uno de los elementos más potentes del cómic son sin duda los diálogos entre Bombón y la protagonista, cuya profundidad, fantasía e inteligencia nos recuerda a otras dinámicas entrañables, como la de Calvin y Hobbes, de Will Watterson, o la de Enriqueta y Fellini, de Liniers. En este aspecto, Chung Yoojin ha depurado el guion para que su simplicidad en la forma no esté reñida en ningún momento con la complejidad de su fondo, consiguiendo además armar en algunas páginas composiciones magistrales y líricas donde viñetas y texto crean evocativos poemas visuales. Un aspecto que sin duda intensifica el placer de la lectura de este prometedor debut con el que esta autora surcoreana sienta las bases de un estilo que consigue, para nuestra satisfacción, apelar por igual al público infantil y al adulto.
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