Goiter
ComicsJosh Pettinger

Goiter

9 / 10
Marcos Gendre — 07-10-2024
Empresa — La Cúpula

De vez en cuando, y cada vez más, el mundo del cómic underground nos regala comics que, literalmente, te vuelan la cabeza con su puesta en escena. Si hace unos meses lo fueron Domingo flamenco y Ciudad del hampa, en esta ocasión el turno le toca a Josh Pettinger, de quien podemos decir que también ha trabajado a cuatro manos con el siempre irreverente Simon Hanselmann.

No es nada gratuita esta información, ya que de alguna manera el estilo patentado en “Goiter” es como una mezcla imposible entre el australiano y Chris Ware. De este último, toma el concepto posmodernista de una estética en la que Pettinger abraza el sentido del color sin matices de forma ultra pop, aunque siempre desde tonos casi difuminados, como siquiera subrayar el claro componente surrealista de estas historias habitadas por el crisol más alucinante de perdedores que nos ha ofrecido el noveno arte en estos últimos años.

De distopías cercanas a una versión absurda de Charles Burns a conflictos interdimensionales, los relatos vertidos en estas viñetas muestran un catálogo de hostilidad ciertamente intimidante, sino fuera por el humor negrísimo con el que las narraciones avanzan, ya sea mediante una relación entre una cabeza flotante y una mujer o a través de alguien capaz de apostarse a su propia madre con tal de perder la apuesta a mamporrazos.

El tono general aboga por la necesidad de anteponer una mezcla extraña de sensaciones, donde se entrecruza comedia a lo Roland Topor con terrores diarios extraídos de una dimensión alternativa que bebe tanto de cineastas como David Lynch o de Roy Andersson.

Como no podía ser de otra forma, el resultado desconcierta, pero siempre desde un magnetismo que despierta extrañas empatías con personajes que, definitivamente, parecen haberse escapado del subconsciente onírico de su autor. O cómo la Norteamérica de John Waters, Kurt Vonnegunt o Daniel Clowes está mucho más cerca de la realidad de lo que pueda parecer a primera vista. En dos palabras, hilarantemente inquietante.

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