La Fundación Divina Pastora lleva ya años promoviendo su premio a la mejor novela gráfica de carácter social, con el objetivo de fomentar la concienciación ciudadana a través del uso de la historieta como medio artístico de expresión y de reivindicación. “Fuerza” fue la ganadora de ese premio en la convocatoria del 2018 ya que pretende visibilizar a un colectivo muy estigmatizado y rechazado como es el de los drogodependientes.
Ferran Vidal entrega aquí un montón de apuntes, bocetos y dibujos que realizó mientras trabajaba en un CAS (Centro de Atención y Seguimiento a las Drogodependencias), un lugar donde la gente llega con la nave en llamas, y eso aquellos que llegan a llegar; muchos otros se quedan por el camino. A base de declaraciones demoledoras de los propios pacientes y de las correspondientes explicaciones en primera persona, la intención de Vidal no es otra que la de desmontar mitos y mostrar realidades escondidas, con el fin último de devolver un poco de la humanidad perdida a toda la gente que pasa por ese tipo de centros.
“La piedad es un concepto demasiado religioso para hablar de lo que se hace en el CAS. Pero sin duda allí se recoge a la gente del suelo.” Sin entrar en el espinoso debate de la vocación religiosa, en estas páginas se pone de manifiesto que la única forma de ayudar a los drogodependientes es la comprensión y el apoyo, sin caer en la culpabilización fácil y mucho menos en la criminalización aleatoria.
Al final del libro, al final del túnel, Vidal enseña un punto de luz, un rayo de esperanza al que aferrarse después de tanta soledad, tristeza y desesperación.
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