Frankenstein

El alemán Ralf König –reputado autor de títulos salpicados de humor y sexo tan conocidos como “El condón asesino”, “El hombre deseado” y “Huevos de toro”–, rinde su particular homenaje a aquella figura clásica de Frankestein creada por Mary Shelley en 1818. Shelley es, de hecho, hacia quien el desvelado protagonista de la presente novela gráfica dirige la sincera e inquietante carta en la que expone su caso.

Se trata de un médico (que en la misiva oculta su nombre) a quien sus obsesiones reciclan inevitablemente en los papeles de científico y sepulturero y que, al igual que el Doctor Víctor Frankestein en la obra original, se obsesiona con la fina línea que separa la vida de la muerte. Es así como el médico plasma, entre la empatía y el rencor que parece sentir por Shelley, su propia (y escalofriante) historia.

A lo largo de sesenta páginas perpetradas con colores lúgubres acordes a la misma temática (y capaces así mismo de remarcar el asunto), las numerosas analogías con la novela primigenia sirven como argumento de lo que no es sino un tributo honesto y poco velado. Una referencia de tamaño compacto y reducido que se lee del tirón con gusto, gracias a ese magnetismo levantado en todo momento y con merito por el dibujante que nos lleva a su terreno.

Con la colaboración de Isabel Kreitz, “Frankenstein” es una interesante curiosidad dentro del universo latente en torno a tan afamado personaje que, si bien ha tenido un sinfín de representaciones en cine y televisión, no ha mutado con tanta frecuencia hacia las viñetas. Una circunstancia parcialmente solventada con la publicación de este tomo, que convence con su romántico trazo de la materia.