Felpa
Comics / Doug Wagner Y Daniel Hillyard

Felpa

7 / 10
José Martínez Ros — 15-08-2024
Empresa — Norma Editorial

Doug Wagner y Daniel Hillyard, guionista y dibujante, eran hasta 2017 dos ilustres desconocidos en el mundo del cómics que sólo habían realizado algunos trabajos menores. Pero aquel año, a través de Image, que ya para entonces se había convertido en la gran alternativa indie a los dos gigantes norteamericanos del medio, DC y Marvel, publicaron la miniserie “Plástico”, que sorprendió, gustó y horrorizó a partes iguales. Su éxito hizo que sus autores se embarcaran en la trilogía “Material”, a la que siguió “Vinilo” y, ahora, “Felpa”. Sin embargo, no parece que esto vaya a poner fin a su colaboración artísticas y, de hecho, ya han anunciado que su siguiente obra será… una precuela de “Plástico”.

La trilogía no se basa en que exista una continuidad entre sus historias y personajes, sino que su nexo de unión es más bien “conceptual”: en las tres combinan una violencia explícita y desatadísima, que apenas atenúa el tono cartoon del dibujo de Hillyard con un sentido del humor tremendamente negro; asimismo, estos tres tebeos son, en conjunto, una carta de amor a los monstruos cinematográficos, a lo freak, lo weird y lo extremo. En todos ellos, sus autores se las arreglan para ponernos de parte de los que, en cualquier otra obra, serían los villanos y hacernos empatizar con situaciones que serían aberrantes. En este caso, nos presentan lo que en un primer momento podría ser un esquema de slasher, pero que no tarda en convertirse en algo mucho más perturbador y divertido.

El protagonista, Devin, es el clásico buenazo que vive en una de tantas pequeñas ciudades del interior de Estados Unidos. Estaba prometido a la hija del sheriff local que es poco mejor que el cacique del lugar. Sin embargo, la chica lo engaña y se queda embarazada del más tarugo y brutal de sus ayudantes, lo cual, evidentemente, no le hace demasiada gracia. Un buen amigo que escucha su historia le propone que, para animarse, vaya con él a la convención local de “furros”. Sin embargo, esto tendrá unas consecuencias de lo más inesperadas, porque cuando, víctima de una intoxicación etílica, deba visitar el cuarto de baño, se encontrará con una escena atroz y terrible… y quizás también el amor verdadero. Porque “Felpa” es, en el fondo, una mezcla de dos subgéneros eminentemente juveniles, pero que no suelen aparecer entrelazados en la misma obra: el terror y la comedia romántica.

Para los que no están familiarizados con ella, la subcultura Furry nació a principios de los ochenta, en el mundillo que, por aquel entonces, comenzaba a florecer de los fanzines y las convenciones dedicadas a la ciencia-ficción y los cómic. Se trataba, simplemente, de personas que se unieron por una pasión común: las representación –casi siempre en la animación, pero también en la literatura, los tebeos y los relatos para niños– de los animales antropomorfos que fueron bautizados como furries (o “furros”). Durante algunos años, fueron una subcultura pequeña y aislada entre centenares, pero, como sucedió a otras muchos, la extensión de Internet en los noventa la hizo florecer. Los foros de esa red primigenia permitieron a los fans de los furries comunicarse entre sí y programar reuniones, en la que los disfraces, tanto de sus personajes favoritos de ficción como de otros de creación propia no tardaron en ser el aspecto más llamativo. Como dice uno de los personajes, el disfraz representa “lo que de verdad eres en tu mejor versión”. Aunque eso que eres sea un asesino en serie miembro de un clan de caníbales.

“Felpa”, al igual que sus antecesores, es un cómic entretenidísimo, sostenido por un dibujo excelente y colorido, unos diálogos muy fluidos y el enorme cariño que tienen los autores por su, por otro lado, muy letales protagonistas. Incluso se puede extraer de él un par de lecciones sobre el espinoso tema del “género”, y si lo que somos depende de los imperativos biológicos o de aquello que sentimos que debemos ser.

 

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