No debe de ser sencillo abordar proyectos de personajes icónicos muy apegados a una época concreta. Pocas veces salió bien la relocalización temporal de iconos como Sherlock Holmes o demás figuras de esta clase, que sirven para hacernos entender unos tiempos en particular bajo un contexto muy característico. Aun así, el guionista y dibujantes Sean Gordon Murphy se ha atrevido con El Zorro, nombre ilustre apegado a la cultura de la California mexicana del siglo XIX, a quien traslada a nuestro presente por medio de un título que sale victorioso gracias al esmero impuesto por el de Nashua a la hora de encontrar un equilibrio perfecto, cuajado entre el respeto por lo que significa el personaje y por haber sabido traspasar su idiosincrasia dentro de un imaginario novedoso para el mismo. El resultado final alude a una reubicación que, ante todo, transmite la esencia de sus aventuras clásicas pero bajo un tapiz actitud contemporánea.
En este sentido, estamos ante un cómic que no pretende reinventar el personaje, sino incluso plasmar varios homenajes a las diferentes etapas del mismo, en el cual subyace una ambición concreta por cruzar comedia, aventura y drama dentro de una historia de narcotráfico en la que también seremos testigos de giros de guion planteados desde el habitual tino de Murphy para hacernos empatizar con sus creaciones.
El alma de fan se palpa en todo momento a lo largo de una sucesión de viñetas que responden a una voluntad obsesiva por el detallismo gráfico tan habitual en los trabajos del firmante de obras notorias como las pertenecientes a su particular entrada en el batuniverso por medio de joyas con el pedigrí de “Caballero blanco”.
En resumen, estamos ante ochenta y ocho páginas que destilan honestidad, entretenimiento en estado puro para un cómic que, en cierta manera, responde a un cruce entre series como “Narcos” y la propia leyenda del Zorro.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.