El viejo y el narco
ComicsRicardo Vílbor/Max Vento

El viejo y el narco

7 / 10
Joan S. Luna — 01-01-2020
Empresa — Evolution/Panini

No hay que esforzarse demasiado para descubrir de qué trata este trabajo conjunto entre el guionista Ricardo Vílbor y el dibujante Max Vento. Si el título ya nos pone sobre aviso y la cubierta es bastante gráfica en ese sentido, un fugaz repaso de las líneas de contraportada que nos resumen los hechos reales en los que se inspira este cómic. A partir de ahí que nadie diga que no andaba avisado de lo que podía encontrarse en este medio centenar de páginas.

Apenas hemos leído dos páginas cuando nos topamos de bruces y sin miramientos con las primeras imágenes violentas y el primer derramamiento de sangre. Porque la historia que inspiró este “El viejo y el narco” fue un episodio crudo y brutal acaecido hace casi una década. Alejo García (en realidad Alejo Garza Tamez), un viejo ranchero mexicano de setenta y siete años de edad decidió enfrentarse a un nutrido grupo de narcotraficantes que pretendían echarle de su propiedad, un rancho llamado San José, a quince kilómetros de Ciudad Victoria, en México.

“El viejo y el narco” podría, por ello, haberse convertido únicamente en un relato heroico cargado de épica, pero Vílbor y Vento evitan caer en la tentación de quedarse en lo evidente. Para ello huyen de convertir la violencia, la muerte y el desprecio por la vida humana en un espectáculo hollywoodiense de buenos y malos. Su opción es mostrarnos con su máxima crudeza un episodio descarnado y crudo que convirtió en héroe a Alejo García a ojos de la población local, pero frente al que el anciano no tenía ninguna otra opción. García/Garza fue un hombre acorralado que decidió enfrentarse a quienes le chantajeaban porque no tenía ningún as bajo la manga. Morir matando se convirtió en la mejor de sus opciones. El resto es historia. Por eso subrayo los logros de Vílbor y Vento en ese sentido. Estos dos autores valencianos no nos dejan apenas momentos para el respiro. Los tiroteos, la sangre a borbotones y la violencia más frontal van salpicando las páginas del cómic sin demasiados remilgos. “El viejo y el narco” no requería de demasiados momentos de calma en los que el lector medite sobre lo que está leyendo, sino que solamente podemos pensar una vez ha acabado todo. Cuando los fusiles hayan cesado de escupir sangre y se haya hecho justicia, o injusticia. Se dice que la policía encontró más de mil cartuchos usados durante apenas una noche de enfrentamiento entre el ranchero y los narcos.

“El viejo y el narco” –que llega a España unos meses después de estrenarse en el mercado francés– se centra en una historia de esas que, casi con total seguridad, se repiten año tras año en infinidad de escenarios a lo largo del planeta, vivencias salvajes en las que la supervivencia se enfrenta a la ambición. Hay heroísmo, es evidente y de ahí que la historia del ranchero mexicano se cuente más allá de las fronteras de su país, pero impacta más la absurda y violenta tragedia que cualquier otra cosa. Y eso, a mi modo de ver, es un logro que consiguen ambos autores, Vílbor por el ritmo que le imprime a los acontecimientos y Vento con la forma tan explícita en la que muestra los acontecimientos.

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