El lejano día en que Satori Ediciones anunció a bombo y platillo que había cerrado la licencia de varias obras del referencial Kazuo Umezz (o Umezu) el sol brilló con mucha más fuerza para todos los aficionados al manga en toda su extensión. Y debería haber brillado también con inusual potencia para quienes disfrutan con el cómic, puesto que la onda expansiva y la importancia de Umezz resulta a todas luces indudable e inabarcable.
Pocos autores nipones de terror se hubieran atrevido a dar pasos adelante con la velocidad con la que lo han hecho si no hubiera sido por la increíble labor desde hace décadas de Umezz como primer espada del género y como, en consecuencia, punto de referencia para autores posteriores. Porque Umezz ha sido un artista que ha llevado a sus personajes a los extremos, aunque siempre al servicio de que la historia en la que estos se movían siguiera adelante con suspense y energía. Lo demostró ya en el mercado español con "Aula a la deriva" (Ponent Mon, 08), una de sus obras imprescindibles y el equilibrio perfecto entre terror, violencia, drama y más drama. Desgraciadamente, tan emblemático y necesario título no llegó al mercado español en el mejor momento para obras de sus características (algo parecido a lo que le ocurrió al "Dragon Head" de Minetaro Mochizuki, en 2001), algo que todavía estamos a tiempo de subsanar.
Diría que, a día de hoy, corren tiempos mejores para títulos como este "El chico de los ojos de gato" de Umezz. Tiempos en los que el público del manga ha crecido ya con Junji Ito, con Hideshi Hino, con Shigeru Mizuki o incluso con Shuehiro Maruo, por citar a unos pocos autores relevantes y totalmente distintos entre si. Tiempos en los que el público del cómic en general ha digerido ya el peso de los grandes autores de manga, rompiendo prejuicios y estúpidas e inconsistentes barreras.
Entrando en materia diremos que "El chico de los ojos de gato" reúne una de las obras de Umezz ideales para que públicos de distintas edades puedan acercarse a su trabajo. El terror, la fantasía y la acción se combinan sin llegar a los extremos de violencia (tengamos presente que los protagonistas son chiquillos) de "Aula a la deriva". Así que no esperen nada que no haya superado en crudeza cualquiera de los cómics de Ito que han llegado al gran público español. Pero no se preocupen, hay sangre, brutalidad, monstruos, seres fantasmagóricos, espíritus sobrenaturales y yokais a mansalva.
"El chico de los ojos de gato" reúne un puñado de historias escritas y dibujadas por Umezz entre 1967 y 1969, junto a cuatro de 1976 con algunas páginas en bitono. Todas ellas están protagonizadas en mayor o menor medida por el chico que da nombre al manga, aunque siempre aparece como personaje intermedio entre los monstruos de otros mundos y los humanos, sin encajar en ninguno de los dos universos al cien por cien. Es arisco y malcarado, pero también conoce la justicia.
A lo largo de todo el cómic, se enfrentará a seres de lo más repulsivo, muchos de ellos cercanos al folclore japonés del que también echó mano Shigeru Mizuki. Y es que, de algún modo Kitaro y este chico de los ojos de gato son prácticamente primos cercanos (tanto por su carácter como por su casi coincidencia en el tiempo). Eso puede constatarse sobre todo en las prácticamente trescientas páginas a lo largo de las que se extiende la historia "La agrupación de los cien yokai", en las que aparecen infinidad de monstruos llegados directamente desde los rincones más oscuros del mundo de los fantasmas y la tradición japonesas.
Aunque, para un servidor, lo mejor de Umezz es su personal arte en blanco y negro, expresivo y tan eficaz a la hora de dibujar a los seres más repulsivos y asquerosos como a la de reflejar la inocencia de los más débiles infantes que suelen aparecer en sus historias.
A eso hay que sumarle que la edición de Satori (en dos tomos de quinientas páginas aproximadamente cada uno) resulta de lo más recomendable. Tamaño ideal, excelente impresión, buena portada, detalles sobre la edición original de las historietas y una sobrecubierta con impresión interior francamente apetecible. Todo a favor, pues.
Al margen del valor de esta obra por si misma, su publicación en España es un ejercicio de justicia poética con un autor que debería gozar de muchísimo más éxito en nuestro país y que se ha visto relegado, incomprensiblemente, a un segundo plano de lo más irrespetuoso e injusto. Con solo "Aula a la deriva" publicada hace años en nuestro país, nos estábamos perdiendo los grandes trabajos de uno de los grandes autores del manga japonés y referente fundamental. Y no cabe duda de que en estas más de mil páginas (en dos tomos) se encuentran muchos de los motivos por los que muchos le reverenciamos.
Todavía estamos a tiempo de resolver el entuerto y brindarle a Kazuo Umezz el respeto y la importancia que su obra merece. Nunca es tarde para reverenciar a uno de los grandes de la historia del manga.
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