La emisión hace unos meses de un Salvados a propósito de la industria cárnica generó una conmoción entre buena parte de la población. Más allá de si muchos o pocos ciudadanos se hicieron vegetarianos por el reportaje en cuestión, lo que parece evidente es que esa muestra de la realidad de algunas granjas de cría intensiva abrió los ojos a muchos televidentes sobre el tipo de carne que comemos a diario.
Pero no seamos hipócritas. La realidad es que todo lo que se mostraba allí hace mucho que dista de ser un secreto. Y buen ejemplo de ello es El caso Alain Lluch, un cómic publicado originalmente en 2016 en el que desde una perspectiva radical -como corresponde a su condición underground- se afronta esta cuestión con bastante mala baba y muchísima mala leche.
En realidad pocos totems salen indemnes ajenas a esa trituradora de lo políticamente correcto que es el guión a cuatro manos de Mister Kern y Antoine Pinson. En un ejercicio cercano a la diarrea mental, El caso Alain Lluch no sólo plantea horripilantes teorías a propósito del origen de casi todo lo que entra por nuestra boca. También encuentra nuevos significados al concepto de hacer “el perrito” desnudos en la intimidad, muestra las miserias del entorno laboral de la forma más cruda posible y apuesta por escandalizar abiertamente a los defensores (amantes) de los animales.
O, lo que es lo mismo, apoyado por un estilo visual pictórico y bastante naturalista (lo que en muchos pasaje ayuda a convertir este libro en especialmente desagradable) Kern, responsable del dibujo e inductor principal de las desquiciadas aventuras del señor Lluch, busca enervar y a fe que lo consigue. Se entiende por qué los de Autsaiders, provocadores vocacionales, están entusiasmados con el autor francés de origen argentino.
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