Domingo flamenco
Comics / Olivier Schrauwen

Domingo flamenco

9 / 10
Marcos Gendre — 09-07-2024
Empresa — Fulgencio Pimentel
Fotografía — Archivo

En muy raras ocasiones, el arte supone un desafío nacido de una ambición tan desmedida como ambigua en el propio orgullo desde el cual ha sido cocinada. Dicha rara avis se da en “Domingo flamenco” en todo su esplendor. No en vano, estamos ante el opus creativo de Olivier Schrauwen, uno de los autores de cómic más influyente desde hace una década, más o menos. Tal afirmación está avalada por peinetas a los convencionalismos del posmodernismo comiquero, como en el caso del magistral “Guy, retrato de un bebedor”, novela gráfica con la que ya se había ganado el cielo entre los bufones más fascinantes de estos últimos años.

Sin embargo, lo mejor aún estaba por llegar, por lo menos hasta el momento. Y es que sólo a una mente tan chanante como la suya se le podía ocurrir partir de un guion basado en la reconstrucción de un domingo escogido de la vida de su primo. En cierta manera (en realidad, a todas luces), basarse en un día, a priori, insulso es un acto de soberbia total, aunque después de dejarse llevar por la sucesión de miles de viñetas aquí articuladas, más bien sobresale la sensación de estar ante una de las demostraciones más vehementes y fabulosamente absurdas de lo que debe ser una versión alternativa burlesca del “Ulises” de James Joyce.

Como bien decía antes, lo que se ha sacado de la manga el belga es una tarea de recopilación de pensamientos atolondrados, flagelación filosófica y un desternillante carrusel de escenas extirpadas de la abulia emocional que nos masacra día a día entre mensajes de WhatsApp y demás rutinas encadenadas a los códigos de actuación social entre millenials de nuestro día.

Absurdo, chistes de pedos, terror doméstico, James Brown, humor terrible y ensoñaciones ególatras. Todo esto y mucho más se mezcla a lo largo de un trabajo de diseño gráfico demencial. Schrauwen se hace uso de todo su arte, que va de la innegable influencia de las tiras de viñeta de “Gasoline Alley” a un subrayado de universo visualmente hipnótico de experimentos con el color, las texturas y la vertebración de la acción gestual, sencillamente, de otro mundo. Lo que se entiende como una paja mental majestuosamente triposa. Único en su especie.

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