Chapuzas de amor

Jaime Hernández lleva más de media existencia viviendo la de Maggie y Hopey, en su día protagonistas de la serie “Love & Rockets” y dos de las tías más cool del universo (comiquero y real). Pero en "Chapuzas de amor" el mundo ha cambiado para todos, también para ellas: los escarceos con la escena punk de L.A., el rollo-bollo desinhibido y la noches de fiesta interminable han dado paso a otra cosa. Es ley de vida…

Concretamente Maggie no aparenta muy feliz con su día a día. Era una joven prometedora en todos los sentidos hasta que un día se dio cuenta que en lo sentimental y en lo profesional había descarrilado y que iba a ser complicado volver a subirse a esos trenes. Su amistad con Hopey tampoco ha salido indemne del paso del tiempo, así que su mayor apoyo a día de hoy es una compañera de piso excesivamente preocupada por ligarse a un tipo despreciable que, ¡sorpresa!, no da un duro por ella.

Habrá quien dirá que la mirada de Jaime Hernández para con sus protagonistas es cruel tirando a machista. A fin de cuentas Maggie busca con cierta desesperación a esa persona que definitivamente encauce su vida aportándole estabilidad sentimental. ¿Ray? ¿Reno? ¿Cómo encaja la fugaz aventura con la espectacular Vivian Solis en este puzzle? Pero en realidad Jaime parece más preocupado por hilar las consecuencias fatales del destino, desde nuestros primeros años de existencia hasta la inevitable desazón vinculada al mundo adulto.

Y en ese sentido Maggie casi podría considerarse una heroína, campeona de la dignidad, en medio de una serie de personajes, hombres y mujeres, igualmente desorientados y marcados por la soledad. Aunque personalmente me sigue conmoviendo mucho más que las cuitas sentimentales de estos personajes la manera en que Jaime Hernández se aproxima a una infancia, que aquí se retrata como el momento preciso de pérdida de la inocencia, el resorte que terminará convirtiéndonos en el ovillo de contradicciones que somos hoy.

Página de "Chapuzas de amor" de Jaime Hernández (La Cúpula, 2015)