Café romántica
ComicsSimon Hanselmann

Café romántica

9 / 10
Marcos Gendre — 12-03-2025
Empresa — Fulgencio Pimentel

Mucho tiempo hemos tenido que esperar por esta maravilla desde que fue anunciada su existencia hace ya más de un año. Pero, por fin, está entre nosotros. Y sí, no sólo ha merecido la pena la espera, sino que ha servido para poder recibir esta recopilación de fanzines e historia repartidas en diversas publicaciones de la mejor forma posible y con un mimo editorial digno de elogio.

Pero ¿qué nos vamos a encontrar entre las páginas de “Café romántica”? Material inencontrable que, aunado en este volumen de casi cuatrocientas páginas, resuena como un paseo hasta el mismo epicentro de los delirios creativos de Simon Hanselmann, nuestro enfant terrible favorito del noveno arte en la actualidad.

Semejante bacanal de su arte resplandece aún más a través de la imponente diversidad tonal en trazo y color cuajada a base de tomas artísticas de un tipo capaz de arrastrarnos a una versión disparatada de las novelas de Dennis Cooper y, al mismo tiempo, en golpearnos a base de gags trazados con inmisericordia total hacia los parámetros de lo políticamente incorrecto, expuesto a machetazos de sexo turbio, drogas sin filtro y toda clase de extrañeza surgida de la aberración a lo John Waters, aunque también de estremecedores golpes de encanto efímero.

En este sentido, ¿existe alguna muestra gráfica del mundo de la viñeta que sea tan contrastada como en “Los gozos de Megg”? Por su parte, en “Demasiado ciega para comer un sándwich” y “Subidón de salud” se pega un festín cromático a lo Mattioli, aunque en su caso enfatizando la carnosidad del azul, el verde, el rojo y el negro. Pocas veces el trazo y los colores de Hanselmann han sido tan vivos y hermosas. Su capacidad para embellecer la depravación representada en sus dibujos define la salvaje bipolaridad condensada en estas historias en las que, como no podía ser de otra forma, los grandes protagonistas son Megg, Mogg, Búho y Werewolf Jones.

En definitiva, un tomo imprescindible para todos los que ya quedaron hechizados por todos sus álbumes anteriores y que, en este caso, no sólo funciona como complemento ideal con el resto de sus cómics, sino que también sirve como puerto ideal de entrada a su exaltación, sin filtros, del cómic underground más irreverente en lo que llevamos de siglo.

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