Amanecer roto
Comics / Jason

Amanecer roto

7 / 10
José Martínez Ros — 27-06-2024
Empresa — Astiberri

El único problema que tiene haber leído durante muchos años al noruego Jason es que, al final, sus tebeos se acaban confundiendo un poco en tu mente. En parte se debe a que sus señas de identidad artísticas son muy claras –animales antropomórficos, personajes inexpresivos y apáticos devorados por la soledad y la melancolía, los silencios, un genuino amor por el noir, la ciencia-ficción y el pulp, guiños por doquier a la baja y alta cultura, etcétera– y, en parte, se debe a la calidad constante de su producción. Digamos que Jason dio hace cierto tiempo con la fórmula mágica y esto hace que todos sus cómics resulten, como mínimo, gratos, aunque no siempre memorables. Aunque, por supuesto, esto último no se puede afirmar de un puñado de genuinas obras maestras desperdigadas por su vasta producción: “No me dejes nunca”, “Yo maté a Adolf Hitler” y “El gato perdido”, por citar algunas.

“Amanecer roto” es su última obra en llegar a España, como siempre de mano de Astiberri. Es una colección de relatos breves, que podría funcionar perfectamente como antología o un greatest hits, donde el noruego se divierte, y nos divierte, con sus mejores trucos narrativos. En “Mujer, hombre, pájaro” y “Me acuerdo” juega con elevar una circunstancia cotidiana hasta lo mítico. En un caso, se trata de una cita entre un hombre y una mujer cualquiera cuya mutua incomprensión parece repetirse a lo largo de la historia; en el segundo, homenajea el libro homónimo de Georges Perec, una luminosa cascada de recuerdos que Jason consigue reescribir con bastante estilo. Perec reaparece en “Perec, detective privado”, un juego con otra de sus obras míticas, “La desaparición” y el género negro, con un final de una devastadora tristeza.

En muchas de estas historias, Jason recuenta a su modo algunas de sus historias favoritas del cine y la literatura. Entre las mejores, está “Sello VII”, un descacharrante gag digno del Woody Allen inicial más desatado a costa de “El séptimo sello” de Bergman; “Crimen y Castigo” se nos narra como uno de esos true crime que tanto abundan en las plataformas de streaming; en “El principio de la eternidad” versiona “Solaris” de Stanislaw Lem (y Tarkovski) con hilarantes resultados. En algunos casos, no funciona tan bien. El concepto de “El prisionero en el castillo” (Kafka como protagonista de la legendaria serie británica “The Prisoner”) o “Ulises” (el “Ulises” de Joyce en clave de cine de gangsters al estilo de Tarantino) es genial, pero Jason se conforma con esbozarlo, con regalarnos una idea.

Pero abundan más los relatos excelentes, como “Ionesco”, imaginativo y brillante biopic del creador del teatro del aburdo; “¿Qué rima con giallo?”, en donde a través de una narración rimada como la de los cuentos de Edward Gorey rinde tributo al subgénero italiano de los psycho-killers, los guantes negros, los traumas freudianos y las tramas alambicadísimas plagadas de sexo y muerte; y el chistoso “¿Quién acabará con la araña?” que habría encantado a nuestro Ibáñez.

Dejamos para el final el que tal vez sea el mejor de todos, “Contratiempo en la Ciudad de la Luz”. Sólo a Jason se le podría haber ocurrido identificar al Spock de “Star Trek” con Leonard Foujita, el pinto japonés expatriado en Francia que se hizo célebre por sus retratos de gatos. Y que esa combinación de caracteres funcione no sólo desde el punto de vista humorístico sino que sea también tan hermosa y emotiva.

 

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