El Último Viaje del Demeter
Cine - Series / André Øvredal

El Último Viaje del Demeter

7 / 10
Fran González — 19-07-2024
Fotografía — Frame de la película

Coincidiendo con el año en el que el "Nosferatu" de F.W. Murnau volverá a la gran pantalla de la mano de Robert Eggers, Prime Video salda la deuda pendiente que España tenía con uno de los títulos vampíricos más destacados del pasado 2023 y que por avatares del destino nunca terminó llegando a nuestras salas. Condenada injustamente al ostracismo y devuelta a la vida ahora por obra y gracia del streaming, “El Último Viaje del Demeter” adapta un pasaje muy concreto de la popular novela de Bram Stoker a golpe de convención y terror de la vieja escuela, sin más pretensión que la de regalarnos dos horas de entretenimiento puro y duro.

Fundamentando su narrativa en ese preciso extracto del relato epistolar original de Bram Stoker que hasta la fecha tan solo había sido brevemente apuntado en otras ficciones (la más reciente, por ejemplo, la serie de “Drácula”, producida por Netflix en 2020), el cineasta noruego André Øvredal reinventa con ingenio los eventos descritos en esa bitácora de abordo que viaja desde Varna hasta Whitby y abastece al espectador con una agradecida honestidad ausente de dobleces.

Por sus precedentes y su maltrato a nivel promocional podemos erróneamente pensar que se trata de un film menor, pero lo cierto es que la propuesta supera con creces sus malogradas expectativas, a pesar de tener tantos aspectos jugando en contra. Si bien es cierto que la película dispone de un limitado desglose de arcos y espacios (pues su trama transcurre íntegramente en un barco con su menguante tripulación como únicos protagonistas) y con un elenco carente de estrellas excesivamente mediáticas (aunque sí con caras moderadamente reconocibles, como las de Corey Hawkins, Liam Cunningham, Aisling Franciosi o David Dastmalchian), “El Último Viaje del Demeter” enfrenta con éxito los posibles riesgos de acabar pareciendo reiterativa o circular y extiende con inteligencia y gusto aquello que Stoker nos contaba en el séptimo capítulo de su legendaria obra.

Por supuesto, el diario de navegación de la goleta rusa que termina llegando a tierras británicas tras una fatídica expedición en alta mar limita su voz a las perturbadoras impresiones que el capitán del mencionado navío refleja en sus páginas con progresiva desazón. Aquí, y por exigencias obvias del guión, el relato deja de circunscribir su desarrollo a una única mirada narradora y crece hasta el punto de introducir en su texto personajes nuevos (como el Dr. Clemens, el entrañable Toby o la misteriosa Anna) que engrandecen una narración originalmente escasa y sucinta.

A pesar de que la capacidad del film para asustarnos brille preocupantemente por su ausencia (superar la previsibilidad termina siendo una evidente asignatura pendiente para la cinta), es innegable que su atractivo principal recae en las manos de la criatura que viaja a bordo de esta embarcación maldita, encarnada de forma maravillosa por nuestro camaleónico Javier Botet que tiene a bien ofrecernos varias secuencias visualmente efectivas y dignas. Su retorcida contorsión y escalofriante materialización entre los claroscuros del barco nos recordará en ocasiones a aquella terrorífica niña Medeiros que reptaba en esos planos de visión nocturna, todavía grabados en la memoria cinéfila de muchos. Y aunque la mayor parte de su tiempo en pantalla dependa de un descarado y repelente CGI, las dotes de este genio del terror patrio quedan patentes en un film que hasta se permite el lujo de sugerirnos una posible continuación. Lástima que si su primera entrega ya se las ha visto y deseado para terminar llegando a término, muy poco probable se estima que sus responsables puedan permitirse una futura secuela.

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