A veces los astros se alinean y se crea una serie como “Unorthodox”. La historia de Etsy Saphiro –una joven criada en una comunidad judía ultraortodoxa de Williamsburg, Brooklyn, Nueva York– y de su entorno es un alegato universal por la libertad y el control sobre la propia vida precioso e inspirador, basado en el libro autobiográfico “Unorthodox: The Scandalous Rejection Of My Hasidic Roots” escrito por Deborah Feldman.
Entre la oferta masiva de series y películas con mensaje que podemos encontrar a día de hoy, “Unorthodox” sobresale entre todas ellas por su profundidad y su factura. La historia de emancipación –¡esta sí que es real y no la de Harley Quinn!– de Etsy Saphiro de la comunidad yiddish en la que vive según las más que rígidas normas impuestas a causa de una manera de ver el mundo basada en el sufrimiento y en el estigma del dolor que la comunidad judía ha tenido que soportar a lo largo de los siglos nos hace valorar (más) haber nacido y crecido en una cultura fundamentada –sea cierto o no– en que Cristo murió en la cruz para salvarnos de nuestros pecados. El dolor del pueblo judío ha tenido que ser horrible, pero no exige recluirse en tradiciones que ponen a la mujer (que siempre se lleva la peor parte), pero también al hombre, en una situación antinatural, así como al conjunto de la comunidad.
Pero la huida de Etsy Saphiro a Berlín para escapar de un destino vital que la sometía a convertirse en –nada más que– una hacedora de bebés que debe hacer sentir a su marido “como un rey” y que, más allá de las dinámicas de pareja, le impide tener una educación o conocer Internet en pleno siglo XXI, no sería lo mismo sin el impresionante trabajo interpretativo de Shira Haas, la actriz israelita de veinticuatro años que pone voz y mirada a Etsy. Una de las mejores actuaciones femeninas que he visto recientemente y que debería servir para ver su rostro en las marquesinas durante muchos años.
“Unorthodox” cuenta con un elenco de grandes actores judíos y no judíos que consiguen transmitir a los no conocedores de las comunidades ultraortodoxas la realidad de las mismas. La limpieza en la narración también ayuda. ¿Para qué ocho capítulos si pueden ser cuatro? ¿Para qué sobrecargar con aditivos y emotividad una historia que habla por sí sola?
El veneno del autoritarismo que refleja “Unorthodox”, una cuestión que se relaciona de forma muy evidente con lo que vivimos en el mundo occidental debido a la crisis del Coronavirus, y el relato de liberación de Etsy Saphiro es inspirador para todos los que disfrutamos de esta serie en mitad de una reclusión en nuestras casas impuesta y acatada como si no hubiera más opciones. La serie de Netflix (un ejemplo más, por cierto, de que la plataforma más popular de video bajo demanda sí sabe hacer ficciones de calidad cuando quiere) nos lleva de Estados Unidos a Alemania, un lugar que para la comunidad ultraortodoxa judía está lleno de cadáveres de los muertos del Holocausto nazi.
El viaje desde la seguridad de lo conocido y lo opresivo a la libertad de lo aparentemente hostil merece la pena para una Etsy Saphiro que, desde ya, se convierte en uno de los grandes personajes femeninos de nuestro tiempo; uno que trasciende las similitudes que el espectador pueda tener o no con ella para erigirse, como todos los grandes personajes, en un símbolo. La madre de Etsy, Leah, dice: “Doy gracias a Dios por mi libertad”. Esa es la esencia de la serie, que plantea una maravillosa escala de grises en la que quedarse a vivir en estos tiempos de polarización extrema. La fe y el amor por la libertad no son contradictorios.
Otro aspecto importante de la serie es la omnipresencia de la música como un elemento que crea cultura y comunidad: la boda, las ceremonias religiosas, el descubrimiento de la libertad en Berlín, ya sea a través de todo lo que ocurre en el conservatorio, como en una realidad tan opuesta a esta como un club de techno,… “Unorthodox” es también una declaración de amor a la música como el arte más popular –y quizá necesario– del mundo.
Netflix triunfa con uno de los lanzamientos del año, que –eso sí tenemos que agradecerle a la reclusión– quizá en situaciones normales habría pasado más desapercibida. Además, igual que hizo con la española “La Casa de Papel”, la producción germano-estadounidense se completa con un “Cómo se hizo” que, a los que nos ha encantado, nos ayuda a entender aún mejor el magnífico trabajo realizado por todo el equipo para sacar adelante una serie imprescindible.
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