Una Perra Andaluza
Cine - Series / Pablo Tocino


Una Perra Andaluza

8 / 10
Fran González — 07-06-2024
Empresa — 
Copodenieve Producciones

Fotografía — Cartel de la serie

El mes multicolor por excelencia se convierte en el más propicio estrado para que voces como la de Pablo Tocino y su nueva serie para Filmin se den cita con el espectador más desprejuiciado y despierto a golpe de dramedia con conciencia. Con espíritu de webserie y ambición de proyecto internacional, “Una Perra Andaluza” hace añicos los pocos tabúes que a la ficción LGTBIQ+ le quedaban por romper y se postula desde ya como una de las producciones de nicho más atrevidas y provocadoras del año.

Los siete episodios de su primera temporada –la segunda ya se halla rodada y en posproducción- nos proponen un relato coral entonado a trío por las inseguridades, dudas existenciales, validaciones externas y alborotos hormonales de Sofía (Sara Perogil), Samu (Enmanuel García) y Marcos (Jota Palacios), tres jóvenes tan carismáticos como erráticos que lucharán contra sus silenciados demonios a fin de entender mejor su sexualidad y sus emociones.
Además de sus tiras y aflojas internos, este catálogo de caos post-adolescente y lujuria sin filtros se completa con la indispensable intervención de ciertos personajes periféricos que ayudan a la trama a representar con mayor equidad y naturalidad las múltiples y complejas aristas de su generación. Del ejercicio de superación y realización personal de Tamara (Isabela Hernández) a la enmarañada crisis de identidad de una treintañera que sortea las vicisitudes de la vida a contracorriente y a contrarreloj (Maialen Ruiz), las líneas de este guión tienen a bien cubrir todo tipo de estratos y sentires para que cada espectador termine encontrándose con su particular “perra andaluza”.

A pesar de sus lagunas presupuestarias y de que su fórmula se resuelva de la mano de un reparto eminentemente novel (sin contar la puntual y sorpresiva participación de ciertas caras conocidas de la ficción patria, como Lluvia Rojo, Jorge Roelas, Cristina Medina, Elizabeth Duval, Elsa Ruiz, David Sainz o La Dani), el verdadero brillo de “Una Perra Andaluza” reside en la credibilidad de sus voces, que desde el costumbrismo más humano y la naturalidad más desvergonzada logran convencernos, divertirnos y hasta conmovernos.

Haciendo acopio y bandera de la geografía sevillana como telón de fondo y de la riqueza de su acento como seña de identidad propia, la serie consigue robarnos la carcajada más explosiva y auténtica con sus más impúdicas y explícitas ocurrencias, manifestando sin pelos en la lengua fetiches, escatologías y complejos que muy pocas veces se habían visto representados en pantalla. A su vez, y de la mano de un conveniente y atinado uso de la música, su trama se ancla con perfecta simbiosis a los versos de ciertas canciones (véase el ejemplo de “Las Ventanas Se Encienden” de Mucho o de “Gordo y Apretao” de La Dani), a través de las cuales se nos conectará con vibrante emoción a las liberadoras y personales contiendas que libran personajes como el de Sylvia (Esther de los Reyes) o Dani (interpretado por el propio Pablo, en un preciso golpe de inspiradora autoficción). De hecho, los innumerables guiños a la cultura pop que hallamos en sus planos (desde pósters de Ylenia y Agnès Varda hasta camisetas de Arcade Fire, pasando por cameos con estrella tiktoker y disertaciones sobre el legado de Janis Joplin) se convierten en una divertida gymkana a descifrar para el espectador y en una ventana paratextual que nos permitirá conocer más sobre los involucrados, incluso antes de escucharles y verles en acción.

Reivindicativa pero sin terminar de caer en la pedantería combativa, “Una Perra Andaluza” opera desde un lugar muy próximos a todos, dándole la vuelta al trauma con su liberadora mirada y huyendo a su vez de la floritura fácil y la valentía moralizante. Con un pie en el extremo de cada género, su texto nos convierte en testigos del particular viaje del héroe de cada uno de sus protagonistas, quienes bajo la acusatoria e inquisidora mirada de una sociedad privilegiada y todavía desubicada subraya la imperante necesidad de una serie como esta.

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