Hay cierta decepción en que una de las mejores películas de M. Night Shyamalan sea también la única adaptación de su filmografía. Shyamalan, que lleva tres décadas demostrando su fertilidad creativa, sea con mayor o menor acierto, a traves de ideas originales, ora sencillas ora complejas, se ha servido en "Tiempo" de la novela gráfica "Castillo de arena", de Frederik Peeters y Pierre-Oscar Lévy, para ejecutar un caja de sorpresas de ritmo frenético en el que estas se suceden sin pausa.
Es tanta la variedad de sensaciones y tonos que el film aglutina, como lo que se puede recoger en toda una vida, que es mejor no revelar apenas nada de la trama para que el espectador no contaminado con un exceso de información previa pueda dejar llevarse por el universo que plantea el cineasta a través de los fueras de campo de su cámara y la inmersión del sonido y la música de Trevor Gureckis. Solo basta saber los protagonistas y el lugar: una familia de vacaciones y otros veraneantes en una isla en la que se pasan cosas extrañas. Y todo con una explicación final tan coherente como atrevida (incluso polémica en medio de una pandemia global). Vaya, que "Tiempo" es lo que las seis temporadas de Perdidos no fueron. Cine 1; Series 0.
A diferencia de ciertos productos televisivos seriados que cambian sus protagonistas después de una o varias temporadas ("Fargo", "Crimen en el paraíso",...) para permitirse salir de la rigidez de su marco, Shyamalan utiliza la variedad de personajes para dotar a un mismo conjunto y, por lo tanto, a la experiencia cinematográfica, de texturas diversas que nos llevan desde la ternura e inocencia de los más jóvenes hasta la belleza que aporta la serenidad de los ancianos pasando por el puro terror de los de edad madura. Cine 2; series 0.
"Tiempo" es una película rica, tanto en sensaciones como en reflexiones. El título español nos remite al tiempo; el original -Old- a la edad; conceptos del mismo campo semántico: vida. Así, el film juega con el tiempo cinematográfico de manera insólita y concentra emociones de toda una vida en un solo día en el que sucede la acción, lo que no deja de ser una de las características propias del cine, la condensación (al contrario que las series, cuya razón de ser es la expansión). Sería absurdo que "Tiempo" fuera una serie. Cine 3; series 0.
Shyamalan se desquita de no ser el autor de la idea original con una puesta en escena sugerente. Desde que irrumpió con "El sexto sentido" ha cargado con el sambenito de ser el nuevo Hitchcock, algo que, en cambio, no le pesa e incluso parece gustarle. En "Tiempo" recurre, por ejemplo, de manera sutil al travelling compensado, creado para "Vértigo" (en el que confluyen a la vez movimiento de zoom y de dolly para generar distorsión) y que, de hecho, traduce técnicamente el marco conceptual en el que que mueve el film que nos ocupa. Por si fuera poco, Shyamalan, que a lo largo de su filmografía ha ampliado el hábito de Hitchcock de hacer cameos para no solo aparecer en pantalla como guiño al espectador, sino incluso para reservarse un papel como actor, aquí elige con toda la intención el rol del chófer que lleva a los protagonistas a la isla, es decir, al espectador a la experiencia cinematográfica; una reivindicación implícita del cine y de la función del director de cine como transportador de espectadores hacia universos de ficción, sean o no, tan brillantes y bellamente aterradores como "Tiempo".
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