Hubo un momento en que Andrew Garfield parecía the next best thing: no era “un chico mono más” de Hollywood, sino que contaba con el respeto de la crítica por interpretaciones como la de “La Red Social”, se embarcaba en el reboot de Spiderman de la mano del director de “500 días juntos” y en compañía de Emma Stone... pero el fracaso de “The Amazing Spiderman 2”, que conllevó la cancelación de esa trilogía, tambalearía su carrera. Paradojas del destino, justo el año en que hace las paces con Peter Parker en “Spider Man: No Way Home”, su nombre vuelve a estar de moda. Su participación en la película-evento de Marvel (y la ventaja de ser más joven –y aparentarlo– que Tobey McGuire) le ha acercado a una nueva generación, y le ha devuelto a la mente de otras. Pero es que además su nombre suena en las quinielas de los Oscar por su trabajo junto a Jessica Chastain en “Los ojos de Tammy Faye” y, sobre todo, por “Tick, Tick... Boom!”.
El musical de Jonathan Larson sobre cómo él mismo (con nombre cambiado) creaba otro musical, el inédito “Superbia”, fue un éxito, quizás no tanto como “Rent”, pero sí más adecuado para entender la mente del genio de Broadway. Y, al igual que Jonathan Larson era gran admirador de Stephen Sondheim (que aparece en “Tick, Tick... Boom!” y que murió días antes de su estreno), Lin-Manuel Miranda lo era del propio Larson, así que esta película es casi un abrazo entre varias generaciones de musicales de Broadway.
Miranda saltó a la fama mainstream con “Hamilton”, pero aunque su “In The Heights” se llevó al cine este mismo año, allí él se mantuvo al margen como productor, siendo “Tick, Tick... Boom!” su verdadero debut como director de cine. Y tanta pasión y admiración se nota, y nutre además a un entregadísimo Andrew Garfield, con un personaje que podría resultar insoportable y lleno de manierismos, pero con el que se consigue empatizar.
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