The Velvet Underground
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The Velvet Underground

8 / 10
J. Picatoste Verdejo. — 14-10-2021
Empresa — Apple TV

Con el documental “The Velvet Underground”, Todd Haynes completa una (de momento) trilogía, más oficiosa que oficial, sobre la música rock, después de “Velvet Goldmine”, ficción inspirada en figuras del glam rock, y “I'm Not There”, biopic experimental que fragmentaba la(s) vida(s) de Bob Dylan. En las tres películas, el estilo de Haynes no unifica las propuestas, sino que se adecúa al tema o personas a los que dedica su atención, rasgo que convierte al cineasta en una figura destacada, sino fundamental, del cine rock.

Intencionadamente Haynes se desmarca del documental escandaloso en busca del cotilleo o la revelación perturbadora. A él le interesa principalmente vincular la formación de The Velvet Underground a un momento y lugar histórico concretos de vital importancia: el Nueva York y la cultura underground de los años sesenta (y previos). De hecho, el grupo de Lou Reed y John Cale no hace acto de presencia como tal en la película hasta pasada la primera media hora. En ese sentido, “The Velvet Underground” es una privilegiada lección de historia oral que cuenta con la participación de las figuras más pertinentes: entre otros, John Cale y la baterista Maureen Tucker como miembros supervivientes de la formación, el compositor La Monte Young con quien se inició John Cale, el cineasta y activista cultural Jonas Mekas (fallecido en 2019 y a quien está dedicada la cinta) a cuyas sesiones de cine iba Andy Warhol, y la estrella de la Factory warholiana Mary Woronov, además de declaraciones de archivo de los miembros ya desaparecidos, Lou Reed y el bajista Sterling Morrison. En este recorrido se habla de las interconexiones de ambiente cultural de aquel Nueva York, las influencias de la banda, el origen de la misma, la relación con Warhol y su Factory –con apartado especial para elogiar la figura de Nico–, la animadversión cultural hacia el flower power de la Costa Oeste y la desintegración paulatina de la banda por obra y gracia de Reed. Como se ha mencionado más arriba, tópicos como el sexo y las drogas, vinculados habitualmente al rock, aparecen en contadas ocasiones.

Sin embargo, la forma que elige Haynes para explicar tanto la banda como el momento cultural en el que se enmarca, dista una rutinaria clase escolar; de hecho al espectador no avezado le pueden despistar referencias que se dan por sabidas. La película aparece como un apabullante collage de imágenes y voces, en el que menudea la pantalla partida (en dos, tres, cuatro o incluso doce secciones) con una banda sonora tupida como comentario a lo que se cuenta; resultado todo ello de un trabajo de montaje colosal en el que se combinan fotografías, películas de la factoría Warhol, clásicos del underground... El relato sigue, eso sí, un orden cronológico, lo más convencional del film.

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