Que el legado de The Beatles sigue siendo un filón inagotable más de cincuenta años después de su separación es algo que no se le escapa a nadie. El tirón del grupo no solo se mantiene impertérrito, sino que de tanto en tanto disfruta de nuevo auge motivado por cualquier excusa en forma de aniversario o, aunque pueda parecer increíble a estas alturas, en base a la aparición de algún tipo de material inédito de la banda. Los británicos han vuelto a ser tendencia en los últimos meses, en este caso gracias al éxito de esa inconmensurable docuserie de Peter Jackson que es “The Beatles: Get Back”, puntuando también a favor otra mini-serie igualmente imprescindible como resultó ser “McCartney 3, 2, 1”, ambas estrenadas por Disney+.
Al rebufo de la estela dejada por tan apetecibles referencias, aparece este otro documental estrepitosamente menor –tanto en contenido como en la propia realización– que es “The Beatles y la India”, estrenado en las salas de cine españolas. El invento dirigido por Ajoy Bose busca profundizar en la conexión de The Beatles con la cultura india y en cómo aquella experiencia influyó puntualmente en su música, desde las primeras tomas de contacto hasta aquel retiro de varios meses que los cuatro de Liverpool realizaron en Rishikesh al amparo del Maharishi Mahesh Yogi. Fue allí, y compartiendo espacio con otros músicos como Donovan o Mike Love de Beach Boys, donde prendieron varias de las canciones que luego compondrían el espléndido doble álbum “The Beatles” (68) –aka “The White Album”–, caso de “Sexy Sadie”, “Dear Prudence”, “Back In The U.S.S.R.” o “The Continuing Story Of Bungalow Bill”.
El metraje se centra sobremanera en la figura de George Harrison, único de los Beatles que, más allá de la moda del momento, encontró en la espiritualidad y misticismo de la India una forma de vida mantenida hasta su muerte. En cualquier caso, el asunto tiende a sostenerse con dificultad, forzando a través de contenido insustancial (con, por ejemplo, testimonios de músicos desconocidos que suman poco o nada) hasta completar un total noventa minutos con los que justificar el precio de la entrada. “The Beatles y la India” es un documento poco atractivo, de interés limitado y tirando a anodino que aporta muy poco a la investigación, sobre todo en el marco de una época en la que el acceso a información es ilimitado e inmediato. Es precisamente en esa comparativa con el extraordinario nivel que presentan los documentales actuales donde el metraje palidece, llegando incluso a resultar algo ingenuo, con un aspecto (en fondo y forma) que bien podría resultar más acorde a la era pre Internet.
“The Beatles y la India” resulta, en definitiva, una cinta solo recomendable para los más fans del grupo, que podrán contentarse con ver imágenes de sus ídolos mientras trascurre un argumento poco incisivo e incluso partidista, con ese final apostando por la reconciliación con el Majarishi después de que el grupo renegase de él tras constatar que pretendía hacer negocio a su costa. Y es que estamos hablando de un documental en el que no suena ni una sola canción del cuarteto, en la evidencia de que, al contrario de los títulos mencionados al principio de este texto, el proyecto es del todo tangencial y no ha tenido nada que ver con los miembros del grupo o su familia, que aquí solo aparecen a través de declaraciones de archivo.
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