Strangers. Capítulo 1

Dos grandes cuestiones nos asaltan tras atestiguar la vuelta de tuerca de “Los Extraños” (08) que nos propone Renny Harlin en pleno 2024: ¿por qué hacer un remake de una cinta original que todavía tiene recorrido suficiente dentro del género? Y más grave aún, ¿por qué convertir semejante temeridad en una trilogía?

Con “Strangers: Capítulo 1” recibimos la primera de las tres embestidas que el cineasta nos tiene preparadas, confirmando punto por punto nuestras sospechas de que su precipitado intento por revivir el legado de la joven película de Bertino no se libra de la sombra de la misma y poco o nada aporta con respecto a ésta. Que conozcamos la historia desde el principio añadirá una insalvable cuota extra de previsibilidad a los ya de por sí predecibles tropos de un slasher tan canónico y trillado, y desafortunadamente los elementos nuevos que se incorporan a la presente revisión carecerán del atractivo necesario para redimir su propósito o llamar nuestra atención.

Mientras antes teníamos a unos acaramelados Liv Tyler y Scott Speedman en el rol protagonista, ahora tal cometido recae sobre una dupla de escaso y cuestionado talento (Madelaine Petsch y Froy Gutiérrez), más próxima al fitness de red social que a la interpretación. Su irritante altanería de ciudad, sin embargo, servirá a las mil maravillas para alimentar el odio de ese huraño pueblo de las afueras de Oregón que se convierte en su “refugio” durante un truncado viaje en carretera y en el que tendrán la desdicha de tener que pernoctar (una accidental pero brillante campaña anti-Airbnb en plena guerra contra los pisos turísticos, por cierto).

El resto lo podemos intuir, o directamente saber, si en su día vimos el germen primordial de esta suerte de reboot. Harlin, asimismo, tiñe con cierto aleccionamiento el leitmotiv de la pieza, enarbolando la misma desde su arranque con esos espeluznantes datos sobre la violencia real que sucede de forma anual en Estados Unidos y uniendo este reflexivo contexto a la gratuidad del ataque perpetuado por nuestros asaltantes protagonistas (“Porque estabais en casa”, argumenta la inquietante pin-up enmascarada para justificar sus actos).

Pese a la desfachatez de su responsable de concluir esta prescindible cinta con un “to be continued” en abierto (convirtiendo así a Petsch en una final girl a la que tal encargo le va grande), la película hace los deberes en materia de sobresaltos baratos y consigue mantener la tensión cuando más falta hace, aguardando la siguiente y sorpresiva aparición del macabro trío o el próximo susto anunciado tras un lento travelling frontal. Clichés propios del género para una tarde de sábado a la americana con más palomitas que expectativas.