Encabezada de nuevo por Zachary Levy a los mandos de la Shazam family y dirigida por David F. Sandberg, quien ya estuvo detrás de cámaras en la original, “¡Shazam! La furia de los dioses” nos cuenta el enfrentamiento entre el pintoresco grupo de superhéroes y las hijas del dios Atlas, quienes vienen a recuperar los poderes perdidos de su padre, adquiridos por Shazam en la cinta anterior. Y es una lástima que, con lo entretenida y entrañable que resultó ser la primera parte, esta secuela no mantenga esa frescura y carisma aún siendo una producción más grande, que no mejor. Quitando la potente presentación de las villanas de la cinta, algún gag suelto y el romance entre Freddy (Jack Dylan Grazer) y Anthea (Rachel Zegler) –muestran gran química en pantalla–, no ocurre relevante en prácticamente toda la cinta. El alma de la primera película se diluye en un material intrascendente, con unas villanas que no logran ser intimidantes, a pesar de los esfuerzos de las legendarias Helen Mirren y Lucy Liu, algo parecido a lo que le ocurrió a Marvel con “Viuda Negra”, víctima de un villano totalmente soso y sin carisma alguno, remando en contra del resultado final.
“¡Shazam! La furia de los dioses” cuenta, eso sí, con buenas escenas de acción y un correcto trabajo de CGI si lo comparamos con cintas recientes como “Ant-Man And The Wasp: Quantumania”. Pero más allá de eso no logra explotar el potencial que cabría esperar y acaba convirtiéndose en un producto bastante olvidable.
A pesar de tenga ciertos momentos entretenidos y alguna buena broma, “¡Shazam! La furia de los dioses” se diluye dentro de un universo, el de DC, que parece totalmente perdido. Veremos lo que hacen Peter Safran y James Gunn a los mandos de la compañía. Lo que, de un modo u otro, cabe esperar es que los nuevos ejecutivos sean capaces algún día de lograr recuperar la magia y el carisma de la cinta de 2019 y no dejen –si la taquilla y la crítica se lo permiten– que la familia Shazam desaparezca de las pantallas.
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