“Esta no es una película sobre Los Planetas” reza el subtítulo de “Segundo Premio”, la película codirigida por Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez que, a efectos prácticos y en efecto, cabe afirmar que es una película en torno al grupo granadino. Lo es y estrictamente no lo es. Quién sabe dónde situar la línea que separa realidad y ficción. Es justo en torno a esa dualidad en donde se posiciona la cinta, decisión lanzada sin tapujos al público a las primeras de cambio por cada uno de los principales protagonistas. “Esto no sucedió así. Y, si sucedió así, nadie lo puede saber”, suelta la voz en off de cada uno de ellos, sugiriendo la autonomía interpretativa de cada espectador para con la propia película. Una libertad que también se traslada a la óptica particular que aporta cada uno de los miembros principales del grupo: J, Florent, Eric y, por supuesto, May, piedra angular en torno a la que orbita toda la película, desde su comienzo hasta que el círculo se cierra con el mismo final. Y, de paso, el único personaje del que se menciona su nombre durante el metraje.
Es la figura (con el tiempo mitificada) de la bajista original de Los Planetas –aquella que tocaba de espaldas al público y que abandonó el grupo justo cuando asomaba el papel inesquivable que podrían adquirir en la historia de la música española– la que sostiene el argumento. Una trama que por supuesto oscila con intensidad en torno al resto de músicos, pero que, en última instancia, regresa sin remedio al magnetismo de May. Es el poder de ese triángulo de las bermudas emocional que presenta la película entre la propia May, J y Florent. El metraje se centra en la época previa a la grabación de “Una semana en el motor de un autobús” (RCA, 98), obra cumbre del combo tras un debut reverencial y una continuación, “Pop” (RCA, 96), que en el guion parece generar dudas en el combo. Un periodo que también retrata la complicada relación (marcada a fuego) de amor/odio de Florent y J, el fichaje del mejor batería del país, o la caída a los infiernos de las adicciones por parte de Florent.
Cien minutos de enfoque y planteamiento alejados de convencionalismos y bien mantenido por los realizadores, sujetado así mismo por unos actores en estado de gracia –la dicción y gesticulación con respecto a los originales resulta inquietante–, y una fotografía oscurecida con la que realzar el tenso, casi asfixiante, momento del grupo. Las propias canciones de Los Planetas (aquí interpretadas por los actores) potencian así mismo el hilo de algunos acontecimientos y sirven como refuerzo pasional de los mismos. Se antoja complicado que cualquiera que viviera aquello en primera persona cuando sumaba en torno a la veintena (apuesto a que muchos aún recuerdan dónde escucharon el disco en cuestión por primera vez cuando apareció aquel 13 de abril de 1998) no disfrute con la presente cinta. Son aquellas a quienes dejaron marcadas los noventa y llevan a Los Planetas bajo la piel. Los mismos que podrán emocionarse hasta la lágrima tras agitarse recuerdos personales y ver despertada mucha vida pasada.
Queda la duda acerca de cómo encajarán la película los no iniciados, porque la obra parece exigir cierta base previa en la materia que prenda la chispa y, quizá, los neófitos no focalicen la esencia o la encuentren algo pretenciosa. “Segundo Premio” es, en definitiva, una película tan generacional como el propio grupo que la protagoniza y que, al amparo de la Granada de la época exalta (de forma inevitable y con generosas referencias) la nostalgia en torno a la década de los noventa. Se dice que Los Planetas han querido saber poco o nada acerca del asunto. Puede que sea un capítulo más a sumar en torno a esa leyenda de misterio cernida sobre la formación más determinante jamás surgida de la escena indie estatal. Como si hiciera falta ficción adicional con la que acrecentar la de por sí gigantesca sombra de ese grupo que ahora celebra el treinta aniversario de “Super 8” (RCA, 94). El que siempre será bandera de aquella nueva escena que, por entonces, cogió el testigo de La Movida de los ochenta para cambiarlo todo.
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