Yolanda Terol, Lena Brasas, Tina Recio, Saya Solana, Cristina Millán y Alicia de Benito son las protagonistas de una de las mejores películas españolas de este año. Sí, como ocurrió con “El año del descubrimiento” y “My Mexican Bretzel”, este 2021 nuestro cine tiene en los primeros puestos a un documental entre varias ficciones. Adrián Silvestre, que debutó en el largo en 2016 con “Los objetos amorosos”, ha pasado varios años armando este ambicioso proyecto que inevitablemente recuerda a “Vestidas de azul” a pesar de ser bastante diferente. Quizás precisamente eso debería hacernos reflexionar: ¿por qué no encontramos más –o apenas– ejemplos de cine patrio con protagonistas trans en los, ojo, treinta y ocho años que separan aquella película de ésta? Esperemos que “Sedimentos” sea el golpe en la mesa que hace falta para que esto cambie... porque, desde luego, potencial tiene.
“Sedimentos”, producida por el propio Adrián Silvestre junto a Javier Pérez Santana, fue una de las grandes sorpresas del Festival de San Sebastián, y el Zinemaldia no es el único en el que los espectadores han podido disfrutar de ella: también pasó por la Seminci (donde se llevó la Espiga Arcoiris), el Festival de Málaga o festivales internacionales como el BFI London o el Outfest de Los Angeles (donde se alzó con la Mención Especial del Jurado). Recientemente ha pasado por éxito por el LESGAICINEMAD 2021, consiguiendo tres premios, tanto del Jurado (mejor largometraje documental y mejor dirección documental) como del Público (mejor largometraje documental también aquí). Pero este recorrido lo empezó Silvestre hace ya cinco años, por entonces sin presupuesto, solo con una idea y una reunión con Tina Recio, presidenta de la asociación I-vaginarium, que orienta cada año a chicas trans que desean someterse a cirugía genital (el dilema de operarse o no operarse es uno de los numerosos asuntos que se ponen sobre la mesa en la película).
Silvestre fue invitado a reuniones de la asociación y, poco a poco, fue materializándose la aventura. “Yo aprendí mucho de ellas y ellas aprendieron a perder el miedo ante la cámara, a entender el cine como una herramienta para expresarse, generándose poco a poco este proyecto”, contaba el director hace poco en una entrevista a Ecartelera. Finalmente, una de ellas, Lena, sugirió grabar mientras visitaban su pueblo, y allí que se fueron las seis, el realizador y el resto del equipo de la película (entre ellos, la directora de fotografía Laura Herrero, que viene de la candidata a dos Gaudí “La Mami”). El resultado de esos días de rodaje (y muchos días de montaje) es la magia que cristaliza en “Sedimentos”. Yolanda, Lena, Tina, Alicia, Cristina y Saya comparten minutos de intimidad, de debate y hasta de tensión, y los combinan con momentos que lo mismo te arrancan una risa que una lágrima, destacando especialmente aquellos en los que interviene Yolanda, tan fiera como compasiva y, sobre todo, tremendamente valiente y fuerte.
“Sedimentos” no solo es muy interesante sino también tremendamente entretenido y divertido, y quizás esto viene influido por la decisión de Silvestre de no limitarse a hacer un documental al uso. El director no ha sentado frente a la cámara a personas con experiencias ajenas a la suya para crear “su película” (podríamos nombrar muchos casos en los que sí ha sido así), sino que ha querido acompañarlas, escucharlas, aprender, conectar con ellas, y volcar en 'Sedimentos' el resultado de todo ese proceso, distanciándose así de los meros testimonios y añadiendo valor artístico, incluyendo uno muy complicado de calcular y de conseguir: el que es producto de la convivencia y la complicidad entre las seis protagonistas, sí, pero también, entre las seis protagonistas y el equipo, la mejor manera de abordar con respeto un proyecto de estas características.
La excelencia de “Sedimentos” hace que queramos seguir de cerca la carrera de su director (su próximo largo es “Mi vacío y yo”, ya grabada), hace que le auguremos más premios y una posible campanada en los Goya (ojalá), pero, sobre todo, hace que muchas personas a priori reticentes puedan acercarse a una realidad que, como el hilo conductor de Lena y su pueblo deja claro, está mucho más en su propio día a día de lo que algunos quieren hacerles/hacernos creer.
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