Rojo, blanco y sangre azul
Cine - SeriesMatthew López

Rojo, blanco y sangre azul

4 / 10
Alejandro Caballero Serrano — 22-09-2023
Empresa — Amazon Prime Video
Fotografía — Cartel de la película

“Rojo, blanco y sangre azul” apuntaba desde sus tráileres a ser uno de los grandes bombazos de Amazon Prime Video, siguiendo un poco esa temática de la soberanía británica de grandes series del momento como “Los Bridgerton” o “The Crown”. Pero, nada más lejos de la realidad.

El filme es una comedia romántica en la que da la sensación de que todo se resuelve muy rápido. La historia de amor entre Alex, hijo de la presidenta de Estados Unidos, y Henry, príncipe de la Casa Real Británica, es la típica trama de from enemies to lovers que queda sellada en los primeros veinte minutos de metraje. Y ya no es solo su historia, el desenlace de la historia de las elecciones presidenciales y el conflicto entre el gobierno americano y la corona inglesa se vislumbra una vez que ambos sellan su amor, ya que no hay ningún plot twist que desencadene un final distinto al que el espectador, seguramente, va a llegar a pensar.

A pesar de que las interpretaciones de Nicolas Gallitzine y Taylor Zakhar logren hacernos creer que esa historia de amor ha traspasado la pantalla, ni ellos, ni la presencia de la gran Uma Thurman, son capaces de rescatarnos del soporífero argumento de la obra. Es cierto que tiene ciertos toques de humor, pero estos no bastan como para compensar todo ese contenido que lleva a la obra de Matthew López a ganarse el título de “Película para el domingo por la tarde”.

Pero, aun así, “Rojo, blanco y sangre azul” tiene un gran punto a favor. Si la película hubiera sido protagonizada por una pareja heterosexual, no merecería la pena si quiera escribir una reseña sobre ella, y eso es lo más relevante. Por primera vez una comedia romántica, de esas que estamos hartos de ver repetidas en televisión, está protagonizada por una pareja homosexual y no está llena de tópicos. Es más, la parte más interesante e importante de la trama pasa por esa decisión que tiene que tomar el príncipe Henry de comunicarle a su familia, asentada en las ancestrales leyes del catolicismo, su orientación sexual para poder disfrutar del amor de una forma totalmente libre. De ahí se extrae la que es una de las escenas más emotivas y con las que más se puede empatizar de la película en la que el británico le detalla a Alex una conversación que tuvo con su abuelo en la que le dijo “El príncipe Henry se debe, ante todo, a Gran Bretaña”, privándole de sus deseos más personales para no causar un escándalo. Algo a lo que al final se sobrepone y logra poder vivir su nueva relación junto a Alex de forma totalmente libre a pesar de todo.

Está claro que esta película no pasará a los anales de la historia por su trama, pero seguramente lo haga por aquello que va a suponer socialmente; especialmente para aquellas personas del colectivo LGTBIQ+ que por fin están viendo unos referentes en pantalla a los cuales no se les ridiculiza, sino que se les da su propio espacio.

 

 

 

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