Pablo Berger vuelve a la dirección seis años después de “Abracadabra” y once tras la deliciosa “Blancanieves” de Macarena García y Maribel Verdú. Pero el caso es que no ha vuelto de una manera cualquiera, sino dándole un giro a su carrera y pasándose a la animación y entrando, como no podía ser de otro modo, por la puerta grande. Y es que, a pesar de no contrar con una prolífera carrera en cuanto a títulos de su filmografía se refiere, Berger es uno de nuestros directores más apreciables e interesantes. Ahora, tras “Robot Dreams”, se erige también en un director sobresaliente en el terreno de la animación.
“Robot Dreams” cuenta la historia de Dog, un perro solitario que vive en Manhattan y decidido a acabar con su soledad. Para ello se construye un amigo, un robot del que pronto se volverá inseparable. A partir de ahí, la película –en la senda de “Soul” de Pixar– muestra un tono y un trasfondo adulto que aprovecha el vehículo que le brinda la animación para reflexionar sobre temas como la amistad y la soledad. Con ello, logra cautivar a cualquier espectador que se preste y hasta ahí podemos leer sin presentar ningún spoiler, aunque se puedan intuir los derroteros por los que navegará la cinta.
A pesar de que, en los últimos años, se han firmado grandes joyas de la animación como “Los Mitchell contra las máquinas” o las cintas de Sony con Spiderman como protagonista, ninguna de las recientes ha logrado cautivarme tanto como esta “Robot Dreams”. Y eso es algo que no me ocurría con la animación española desde “Klaus” de Sergio Pablos, una de las cumbres de la animación facturada aquí. Citando solamente estas dos cintas y la todavía reciente “Unicorn Wars” de Alberto Vázquez queda más que claro que el nivel de la animación española no tiene nada que envidiarle a otras cinematografías, algo que ya se constató con la excelente acogida de esta obra en Cannes y con el Premio del Público del Festival de Cine Fantástico de Sitges.
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