Antes de saber que Summer of Soul había sido uno de los hitos indiscutibles del último festival de Sundance salí del cine sacudiendo la cabeza y diciendo “¿por qué nadie había contado esto antes?”. Estamos ante uno de los documentales musicales mejor facturados de los últimos tiempos. Las imágenes, todas de 1969, y filmadas al estilo de la época, son, ¿paradójicamente?, mucho más interesantes y frescas que las sobrecargadas realizaciones actuales de eventos musicales. El resto del trabajo está a la altura de la herencia recibida.
El evento en cuestión del que habla ‘Summer of Soul’ es el Harlem Cultural Festival de 1969, que reunió en el barrio negro de Nueva York por excelencia a las grandes estrellas del soul y de los diversos géneros de la tradicionalmente denominada música negra: del gospel al blues, viajando a Sudáfrica o a Puerto Rico. De Stevie Wonder a Nina Simone, pasando por Sly & The Family Stone o The 5th Dimension y por B.B King. Parece impensable que se congregaran tantas megaestrellas en un momento tan importante para entender el mundo occidental tal y cómo es hoy en día. Pero no solo hubo música, el Harlem Cultural Festival fue el nacimiento de una forma nueva de entender el mundo que, como tantas otras veces, se vehiculó a través de la música.
‘Summer of Soul’ es una joya. Estamos ante un documento con un valor incalculable. La energía que todos los artistas generaron en el escenario, así como sus melodías y letras, que ya venían sonando en todos los pisos de Harlem durante un periodo en el que la comunidad había perdido a referentes cívicos y políticos como Malcom X, Martin Luther King o los Kennedy, y en el que las calles ardían con el despertar de una población que había sido marginada y discriminada, generaron uno de esos momentums en los que todo encaja y cuya estela seguimos viendo hoy.
Son especialmente impactantes las comparaciones con dos de los grandes eventos que sucedieron a la vez, el mismo verano: la llegada a la luna y el Festival de Woodstock. ‘Summer of Soul’ refleja la distancia social para una comunidad de afroamericanos que vivía pensando en mejorar su calidad de vida frente al despilfarro de un gobierno en una carrera espacial absurda. También respecto a lo que sucedía en Woodstock, un evento que ha quedado encumbrado (recordad a Hunter S. Thompson) como la cresta de la ola de un movimiento, el hippie, que en su momento parecía rompedor pero que ya empezaba a mostrar su verdadera cara: la de unos blancos, ricos, con tiempo y posibilidades de sobra para indagar en su mundo interior atiborrándose de alucinógenos. Mientras tanto, la comunidad negra pedía trabajos y seguridad.
Hay algo estremecedor, por lo pequeños que nos hace ser a los seres humanos como individuos en relación a lo que somos como sociedades, en ‘Summer of Soul’. Uno no puede dejar de verlo, ahora, en 2021, y de pensar en nosotros mismos. La sensación de que hay una parte de la sociedad atiborrada de retórica y metas de ricos mientras que la otra se centra en sobrevivir de la mejor manera. “¿La Luna? Eso le interesará a los que hayan ido hasta allí, a los científicos y a sus familiares”, venía a decir uno de los asistentes al festival. Lo que importaba allí, en Harlem, era celebrar, por fin, y la música.
En este sentido todo lo que se puede decir en palabras queda corto. La efervescencia artística se plasma en cada actuación, el público vibra con cada canción, la vida surge con cada minuto que se pasó en Harlem. También hay una mirada desde el hoy: por favor, que nos dejen volver a vivir como vivíamos. ‘Summer of Soul’ resulta un aliciente incomparable para volver a tener ganas de salir a la calle y bailar y cantar todos muy juntos.
Hacia el final, ‘Summer of Soul’ le recuerda al espectador el por qué de su subtitulo: “(...Or, When the Revolution Could Not Be Televised)” y se centra en todo el aspecto social y político del evento. A través de la actuación de Nina Simone y su ‘Backlash Blues’ surge la cara menos festiva de una comunidad que venía de décadas siendo marginada. En cualquier otro momento hubiera discrepado de la inclusión de un componente político tan marcado en un documental sobre música. Cosas mías. Sin embargo, en la propia sala del cine, justo al empezar el documental, una mujer de mediana edad se cambió de su sitio con malos modos cuando un grupo de jóvenes negros se sentó en la fila de delante diciendo “con tu peinado no puedo ver nada”. Todavía queda mucho por hacer, por supuesto. De la hipocresía de la señora yendo a ver un documental como ‘Summer of Soul’ mientras hacía ese inclasificable comentario mejor no hablamos demasiado. Los protagonistas del Harlem Cultural Festival, que han visto cómo sus vivencias quedaban en el olvido durante cincuenta años, no se merecen que ahora que por fin se ven reconocidos, hablemos de alguien como esa indeseable.
En cambio sí que merece la pena cerrar con la que para mí fue la actuación más estremecedora del documental; la de The 5th Dimension. El espíritu de concordia que tendían a nivel musical (entre el pop y el soul) y a nivel personal es el ejemplo más claro de que la música es tan maravillosa que sirve para tirar todos nuestros prejuicios a la basura, que es posible avanzar sin caer en la confrontación y que el Harlem Cultural Festival hizo del verano de 1969 algo especial. Quizá se alinearon la luna y los planetas. Quizá podamos ir, ahora, después de medio siglo, mejor preparados a la era de Acuario.
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