“Y bueno, eso es más o menos lo que he hecho estos veinte años. Eso y comer un poco”. Lo increíble de “Paco Loco: Viva el noise” no es que se haya hecho un documental sobre la figura de Paco Loco, lo increíble es que no se haya hecho antes. Daniel Cervantes, con un guión elaborado junto a Mikel Gil, repasa la vida y la personalidad del mítico productor asturiano durante ochenta y cinco minutos y con testimonios que van desde Bunbury a Pepe Colubi, desde Mikel Erentxun a Hinds.
Donde otros documentales se centran en la manera que tiene el protagonista de entender la vida, “Viva el noise” se centra en la manera que tiene Paco de entender la música y, con ello, la vida. Esa pasión, esa locura que le da su apodo, es la que hace que los distintos invitados tengan que aclarar que lo único que Paco bebe es su adorada agua fresquita, y que lo único que se mete son chapuzones en su piscina. Cervantes acierta convirtiendo esto en algo más relacionado con su personalidad que en el típico recorrido cronológico por sus trabajos, salpicando el propio tono del documental.
Porque, aunque quizás tanto chiste interno y referencias de unos a otros hagan que a alguien ajeno al mundillo le cueste entrar, es también ese mismo espíritu lo que le puede terminar conquistando. Quizás no entienda las comparaciones entre mesas de producción que se hacen, o cuál es la polémica del Monkey que se menciona, pero sí puede conectar con puntazos como los “derechos de autor” de los pezones o el fotocol, o con la tierna relación de Muni y Paco. O con la forma que tienen ambos de entender la música, el amor y la vida.
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