Lo reconozco. Tenía las expectativas altas cuando me senté a ver ‘Oxígeno’, la nueva película de ciencia ficción de Netflix, y a los pocos minutos casi habían desaparecido. Cuando pasa eso, uno casi espera que la cosa vaya a peor para poder escribir una reseña dura e irónica. Hubiera mencionado el pastiche entre ‘Buried’ de Rodrigo Cortés y el aluvión de películas de ciencia ficción inquietante que hemos visto en los últimos años, tipo ‘Ex-Machina’. Hubiera mencionado que quizá ya estamos un poco curados de espanto con lo de hablar con inteligencias artificiales para salvar la vida, sobre todo cuando hay quien habla con Alexa hasta para hacerse un filete con patatas. Hubiera mencionado lo que sucede demasiado a menudo con este tipo de filmes: que una situación supuestamente angustiosa carece de los resortes narrativos para emocionar al espectador….
Un montón de cosas que se quedaron en el tintero porque ‘Oxígeno’ crece conforme pasan los minutos. Sigue pecando de frialdad, pero engancha y mucho. Juega a emocionar pero la clave no está ahí y la propia película acaba solventando el error. El desarrollo del personaje es muy interesante y es lo que la diferencia de otras películas del mismo estilo. Liz se encuentra ante una situación desasosegante cuando descubre que está encerrada con apenas hora y media de oxígeno pero más desasosegante es que no se acuerda de quién es. Solo unos vagos recuerdos que se suceden sin coherencia aparente.
En el descubrimiento de la identidad de Liz está una de las claves de la película. Es realista y, aunque se sienta tentada de tirar del (ya) cliché nolaniano del amor como arnés a la vida en tramas de ciencia ficción, no se queda solo en eso. Afortundamente. En ‘Oxígeno’ hay una narrativa muy bien construida de superación gracias a la inteligencia y el coraje, algo que agradezco muchísimo como espectador. Estoy un poco cansado de ver a personajes torpes que no saben salir de las situaciones que la vida les pone por delante. En ese sentido, Liz es una protagonista ejemplar (¡bien por el guionista!) interpretada con mucha solvencia por Mélanie Laurent.
Ese tesón y esa capacidad de Liz para luchar sacan la película adelante. Incluso por encima de la historia marco, especialmente pensada para conmovernos a día de hoy en la situación en la que estamos por el Covid-19. Algo que quizá sobra cuando, como hemos comentado, no consigue transmitir emociones con la eficacia que debería. ’Oxígeno’, en definitiva, es una película notable, que aporta una visión responsable y empoderadora del ser humano como individuo frente a las adversidades, y que plantea de refilón cuestiones interesantísimas a nivel moral y científico. ¿Qué nos hace humanos? Creo que, al contrario de lo que pudiera parecer a simple vista, ’Oxígeno’ apuesta porque son nuestras capacidades más que nuestros sentimientos. Al fin y al cabo, así ha sido siempre.
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