¿Cuál es la mejor manera de cerrar una carrera cinematográfica? ¿Con una buena película simplemente? ¿O con una que haga un comentario final al conjunto de la filmografía de dicho cineasta? ¿Y qué sucede si esta, como obra, es menor? A no ser que Clint Eastwood, quiera emular a Manoel de Oliveira, que con 105 años seguía dirigiendo, perfectamente podríamos estar ante su última película como diretor a sus 91 años, afirmación que -es cierto- podríamos haber hecho, corrigiendo la edad, después de cada una de sus últimas películas. "Richard Jewell", por ejemplo,habría sido un magnífico cierre que habría hecho olvidar algún resbalón previo en su tardía voluntad de recuperar gestas anónimas heroicas en films como "Mula", "Sully", "El francotirador" o "15:17 Tren a París", no todas satisfactorias. Pero "Richard Jewell" era más el cierre de una etapa que no el de una larga trayectoria.
Sin embargo, con "Cry Macho", basada en una novela de 1975, sucede algo contradictorio. Estando muy por debajo del nivel acostumbrado del director, esta road-movie fronteriza sería, si así lo decide el interesado, un final adecuado a su filmografía en tanto que revisión última, incluso refutación, del personaje tipo del Eastwood actor: el cowboy vengativo, el policía expeditivo, el macho violento.
El cineasta interpreta en uno de sus trabajos más convincentes a un ex-cowboy de rodeos viudo que, por una deuda moral con su ex-jefe, se compromete a traer desde México al hijo adolescente de este, que tiene como mascota a una gallo llamado Macho. El joven es un muchacho díscolo, abandonado por el padre y que mantiene una mala relación con la madre. El itinerario que promete la premisa es sencillo, obvio: en el recorrido por las carreteras mexicanas el viejo amansador de equinos domará al chico, quien, además, lo adoptará como sustituo paterno momentáneo.
Ya en "Gran Torino" Eastwood le daba la vuelta a su personaje habitual -interesante notar que, tanto en un caso como en otro, lo hace a través del contacto del protagonista americano con otros de origen foráneo, aquí hispanos, allí asiáticos-, pero si en el film de 2008 lo resolvía de manera drástica, en "Cry Macho" se muestra más magnánimo. Así, el anciano tendrá la oportunidad de imaginar una nueva vida junto a una viuda local -espléndida Natalia Traven- que les acoge durante unos días.
El problema es que, para llegar a esa conclusión, entre la melancolía y la experiencia de vida, el actor-director se sirve de un guion desastroso. Parece entregado con prisas y sin posibilidad de revisión y, en cambio, se trata de un libreto escrito por el autor de la novela, N. Richard Nash, fallecido hace 21 años, al que ha contribuido a posteriori Nick Schenck, colaborador en films recientes de Eastwood, como, precisamente, "Gran Torino".
Sea como fuere, este híbrido, plagado de situaciones inverosímiles, meandros innecesarios y diálogos de manual, desaprovecha la belleza que ocultan sus personajes e incluso algunos momentos que quieren apuntalar irónicamente el discurso del film se antojan molestos exabruptos
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