De todos los caminos que se abren ante nuestros ojos, solo nosotros mismos tenemos la potestad de elegir el que queremos andar. Un mensaje que ya trató de transmitirnos Frank Baum a través de su ilustre obra “El Maravilloso Mago de Oz” hace ya más de un siglo, y que ahora, en manos del polifacético Paco León, adopta una reconversión no apta para mentes racionales. Y es que “Rainbow” (2022) es una brava apuesta cinematográfica en la que se rompen todas las estructuras arquetípicas habidas y por haber en el séptimo arte, presentándonos, a caballo entre el cuento y el musical, un viaje personal en el que su protagonista, Dora (Dora Postigo), tratará de hallar una respuesta a ese enigma que una desconocida en motocicleta le lanza: “¿Eres una niña o una mujer?”.
En lugar de un camino de baldosas amarillas, Dora recorrerá el largo y ancho de una geografía imprecisa, que tan pronto nos emplazará en un impertérrito y árido paisaje arkansiano, como en un suburbio africano, un bingo latino y decadente o un barrio futurista asiático. Una ambiciosa prueba de fuego para llevar al límite el indudable punto fuerte de esta cinta: su estridente, hipnótica y casi almodovariana estética, que entre indigestiones de color y surrealismo, servirá como escaparate para un elenco de lujo en el que las caras conocidas no dejarán de brotar escena tras escena. Con todo, y mientras la carismática Dora nos encandila en cada plano, irradiando dulzura, perspicacia y carácter, su inconformismo vital le llevará a toparse, tal y como en el cuento original sucede, con una serie de personajes que darán sentido a su búsqueda: un impulsivo y asalvajado muchacho con dejes anárquicos e impetuosos (Ayax Pedrosa), un hombre de mediana edad con poco por lo que luchar pero que hallará las respuestas que necesita mientras “sigue a lo suyo” (Luis Bermejo), y una proyección del espíritu liberador que Dora ansía, representado a través de una feroz figura dispuesta a combatir los restrictivos estamentos de su círculo a golpe de dembow, brilli brilli y luz propia (Wekaforé Jibril).
El sorprendente trayecto de Dora nos entregará delirantes tramos que en más de una ocasión pondrán a prueba la paciencia del espectador a través de un juego que desarma la lógica y contrapone el orden a golpe de sonoridad centennial, cringe, y abuso excesivo de elementos lisérgicos. No obstante, ahí estará de nuevo la nada desdeñable función que desempeña en la historia la veteranía de Carmen Maura y Carmen Machi, reconvertidas en una suerte de brujas del Este y del Oeste, dispuestas a levantar un argumento que en puntuales instantes se arrincona a sí mismo. León demuestra nuevamente que su estilo desenfadado y desconcertante es capaz de dárnoslo todo en un mismo relato, y aunque este triple mortal hacia atrás suponga una de las tramas más marcianas que el cine español ha presenciado en los últimos años, el cineasta consigue insuflarle un valor añadido a su historia con el fin de que ésta no solo se limite a cumplir la función de un simple catálogo kitsch. Pues, aunque los confusos hilos que tiran de sus extravagantes protagonistas nos distraigan y su mensaje se adormezca en ese opulento y decadente desfile de caras instragammeras, detrás de “Rainbow” subyace una indirecta pero preciosa carta de amor a la música, contra el destino impuesto y a favor de la voluntad propia.
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