En algún momento del futuro, cuando se analice el cine de las primeras décadas del siglo XXI, se estudiará cómo el género del terror, que tradicionalmente no ha merecido un gran respeto de críticos y cinéfilos, se convirtió en el refugio de aquellos cineastas que deseaban innovar o, al menos, ofrecer propuestas que no se limitaran a los cauces cada vez más estrechos y pobres del cine mainstream, tanto el realizado para su exhibición en las pantallas de cine como el destino a las plataformas. Sólo hay que recordar a directores que han empezado a brillar en los últimos años como Peele, Eggers, Kusama o Aster. En la mayoría de los casos tienen, además, otra cosa en común: la cada vez más omnipresente productora A24. En este caso, se han encargado de financiar y distribuir la nueva película del británico Alex Garland, alguien en un primer momento mucho más asociado a la ciencia ficción (es el responsable de la serie de televisión “Devs” y de las excelentes “Aniquilación” y “Ex Machina”), pero en modo alguno ajeno al terror: fue el autor del guion de “28 días después”, la película de Danny Boyle que tanto contribuyó a volver a poner moda a los zombis.
Harper (Jessie Buckley, una actriz magnífica a la que descubrimos en “Estoy pensando en dejarlo” y “La hija oscura” y que más pronto que tarda se convertirá en una gran estrella) es una mujer que quiere pasar unos días de paz. Su pareja, un maltratador, se ha suicidado después de que ella le anunciara que iba a abandonarlo. Decide quedarse algún tiempo en una pequeña localidad rural. Alquila un caserón y se dispone a disfrutar de una soledad reparadora. Sin embargo, allí empiezan a suceder hechos inquietantes o, para ser más exactos, se le empiezan a aparecer unos personajes inquietantes, los “men” del título... con un mismo rostro, el de Roy Kinnear, que le da un nuevo sentido a la vieja expresión de “todos los hombres sois iguales”. Aunque “Men” haya sido dirigida por un hombre, se trata, en su sentido más positivo, de una película de terror explícitamente feminista: convierte las diferentes facetas y modos de perpetuación de la misoginia en unas presencias físicas aterradoras.
“Men” es una obra típicamente postmoderna (como el cine de Aster o Eggers), y por tanto combina distintas influencias sin dejar de tener una personalidad propia. El brutal arranque, y su contemplativo y pausado desarrollo remiten al cine de Lars Von Trier, específicamente a películas como “Anticristo” o “Melancolía”, al modo en que todo parecía discurrir en ellas con una cierta languidez, como a ralentí, en paisajes de una belleza y una calma casi sobrenaturales, mientras que todo tipo de hechos horribles acontecían de fondo. Al final, como era esperable, “Men” da un acelerón, y alcanza su clímax con una indescriptible escena de body horror que se encontrará, sin duda, entre lo más comentado del año, y que está, muy claramente, inspirada en “Gozu. El camino a la locura”, la obra maestra de Takeshi Miike de 2003.
Aunque puede que divida al público y que cause un cierto rechazo entre los espectadores más adocenados, que no hallen admisible un mínimo de complejidad o simbolismo, “Men” es la primera gran película de terror que nos ha llegado en 2022.
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