De vez en cuando Almodóvar revela futuros proyectos. Uno de los más sorprendentes fue la anunciada adaptación en 2008 de las memorias del poeta comunista Marcos Ana, que pasó toda su juventud en la cárcel. Sorprendente porque nunca había hecho el director manchego ni un biopic ni una película explícitamente política. Finalmente no se llegó a realizar. En 2021, Almodóvar sigue sin hacer biopics (si no contamos como tal su autorretrato en "Dolor y gloria"), pero ya tiene su película política: "Madres paralelas".
En un pasaje del film la protagonista, una Penélope Cruz que amplía su registro almodovariano, afirma que hasta que no se hayan exhumado todas las fosas comunes de la guerra civil, la contienda no habrá acabado, con lo que, y haciendo un silogismo, la película se autoenmarca como cinta de la guerra civil ya que la protagonista quiere poder desenterrar los restos de una fosa común concreta. Supone así una aportación insólita en la ficción cinematográfica española acerca de aquellos años y sus consecuencias. Si antes el cine de la contienda estaba representado en gran parte por films que recogían la mirada infantil (desde "El espíritu de la colmena" a "La hora de los valientes", pasando por "Si te dicen que caí") de directores hijos de la guerra o posguerra que recordaban los tiempos de su infancia, "Madres paralelas" sitúa la guerra civil en el presente, casi un siglo más tarde. No hay ningún flashback, ni ninguna recreación histórica, apenas unas fotos en blanco y negro. La guerra fue, pero sigue hiriendo. Es la aportación de Almodóvar a la Memoria histórica en una cinematografía, la española, poco dada a abordar en la ficción temas políticos recientes.
Aunque "Madres paralelas", película sobre la identidad y la maternidad, sobre el dolor y la responsabilidad, tiene una trama principal melodramática que responde al título -dos mujeres que dan a luz el mismo día en el mismo hospital, lo que ligará sus vidas para siempre-, Almodóvar sitúa la subtrama de la memoria histórica al inicio (y al final) de la cinta, como germen de todo, porque sin ese prólogo no existiría el resto; del mismo modo, sin aquella contienda nada sería como es en la actualidad, ni siquiera las generaciones nacidas en libertad (por cierto, incluye una pequeña reprimenda a la juventud que prefiere olvidarse del pasado).
Esta estructura le permite integrar la novedad -en realidad, no es la única, pero la segunda nos la guardamos para no hurtarle la sorpresa al espectador- en un conjunto que remite al universo del cineasta, desde un protagonismo exclusivo femenino hasta un guion de base folletinesca (que Almodóvar conculcará para sus intereses) pasando por los fondos cromáticos que igualan el salón de una vivienda con el interior de un hospital, diálogos hiperrealistas, la naturalización de lo extraordinario -¿desde cuando se hacen reportajes fotográficos a antropólogos forenses?-, la incrustación de lo teatral e incluso la aparición de estrellas invitadas como la atleta Ana Peleteiro o la actriz Daniela Santiago.
"Madres paralelas" muestra al Amodóvar más político no solo como cineasta, sino también como ciudadano, lo que, paradójicamente, erosiona la efectividad de la película. Almodóvar, autor de guiones habitualmente alambicados con precisión, aquí parece agitado por la urgencia del presente y satura la acción con referencias a temas de actualidad -véase, por ejemplo, la paternidad del bebé del personaje de Milena Smit, muy convincente, por cierto, en un registro totalmente opuesto al de "No matarás"- que deshilachan la cohesión de la trama principal con la secundaria. Hay un exceso de intenciones que sustrae organicidad al conjunto, más cerebral de lo que debería ser.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.