El debut como director del que fuera miembro de los subversivos La Débil nos llega tras la reciente resaca de una reunión ultraderechista en nuestra capital bajo el lema “Make Europe Great Again", la primera piedra de un sendero empeñado en abrirse paso bajo el lenguaje del terror y el autoritarismo institucional. La historia es un círculo plano condenado a repetirse y así nos lo demuestran proyectos como el presente, una road movie de espíritu clandestino encaprichada en seguir los pasos del grupo italiano de canción protesta Cantacronache a través de su odisea por nuestra geografía en medio de un clima sociopolítico que muchos nostálgicos se empeñan en querer resucitar.
En el verano del 61, para ser más exactos, esta troupe italiana se propuso descubrir a qué sonaba nuestro país, en aquel entonces asediado por la dictadura franquista y la represión cultural más oscurantista. Paradas en su itinerario como Cataluña, Asturias, Galicia, País Vasco o Madrid son ahora los puntos imprescindibles en esta hoja de ruta elaborada por Gil Rituerto y Alba Lombardía en labores de guion, bajo la máxima de rendir tributo a una de las más grandes formaciones libertarias de la música contemporánea.
Por su ritmo pausado, en ocasiones próximo al costumbrismo más contemplativo, tendremos la sensación de que en el propósito de sus responsables es más importante el fondo que la forma, con una narrativa en ocasiones descuidada y algo carente de ritmo y contexto. Sin embargo, la belleza del relato, equipada con la intervención de multitud de protagonistas (entre ellos, el propio Emilio Jona, único miembro vivo del conjunto que hace las veces de narrador en off de este tour), supera sus posibles peros y nos ofrece un viaje de hora y media destinado a descubrirnos desde un ángulo único el daño de la censura y el poder de la transmisión oral en la canción popular.
Paralelamente a las palabras de Jona, reproducidas en su italiano natal como herramienta de guía en esta aventura de carretera y canto, contamos también con la participación musical de diversas voces invitadas y decididas a recrear el legado folklorista de la histórica formación de Turín. Entre ellas destacamos la participación de María Arnal i Marcel Bagés, Nacho Vegas, Leticia Baselgas y Rubén Bada, Amorante, Faia Díaz y muchos más, encargados todos de ofrecernos sin duda los momentos más sobrecogedores y emocionantes de la cinta. Emulando a los autores originales de este impío cancionero, los convocados a la cita se empapan del alma de la obra y nos transmiten desde su humanidad y deferencia los valores propios de las piezas, generando ante nuestros ojos una suerte de recopilatorio en vivo de versiones que está pidiendo a gritos una edición física y formal.
Por su parte, cabe destacar la excelente mano de los responsables del film a la hora de retratar los íntimos testimonios de los implicados, así como su destreza para convertir al espectador en un testigo mudo de momentos verdaderamente impactantes durante el metraje (desde una exhumación real hasta la conmovedora intervención del coro minero de Turón, pasando por el empático discurso de la trabajadora social en la frontera entre España y Francia). Secuencias que se quedarán con nosotros tras el visionado, queramos o no, y que hacen que “La marsellesa de los borrachos” sea mucho más que un documento biográfico al uso.
Hablamos, indudablemente, de un necesario homenaje a la memoria histórica, presto a golpearnos con el doloroso parentesco entre el ayer y el hoy, pero no necesariamente con el mañana. Un artefacto audiovisual de oportuno estreno, directo a invitarnos a la reflexión a partir de entrevistas, archivos sonoros y material único, precisamente en un momento en el que todavía estamos a tiempo de parar el triunfo del fanatismo y devolverle a la cultura el poder de influencia que nunca debió perder.
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