La desconocida
Cine - Series / Pablo Maqueda

La desconocida

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Abel Olivares — 04-11-2023
Empresa — Filmax
Fotografía — Cartel de la película

Indignación, incomodidad, asco, ira... Podría pasarme un buen rato mencionando las diferentes emociones que suscita el visionado de la última película de Pablo Maqueda. Ahora, la indiferencia no sería una de ellas. Sin explayarme demasiado y atendiendo al ruego inicial del director por no revelar sorpresas, “La desconocida” traza un simple, pero efectivo recorrido, encabezado por la sucesión ininterrumpida de giros de guion acaparando la hora y media que dura el thriller psicológico. A través de un ping-pong de realidades, la adaptación de la obra de teatro “Grooming” (12) continúa la estela proyectada por Carlos Vermut tras el estreno de “Mantícora” (23); acostumbrado a comedias familiares de humor rancio y patriarcal, el cine español contempla el amanecer de una nueva corriente fílmica caracterizada por relatos más maduros, a la par que siniestros.

A ritmo de Julio Iglesias, la sublime interpretación de Manolo Solo inaugura una primera mitad dominada por el cliché y la supremacía masculina. Se nos plantea un ensayo sobre la pedofilia que va oscureciendo la trama lentamente a medida que el bombardeo incesante de primerísimos primeros planos centra nuestra mirada en los personajes, opacando lo que sucede a su alrededor. Maqueda olvida que en el fuera de campo hay información mucho más sugerente, algo que vuelve a ocurrir con los silencios; el uso excesivo del monólogo es abrumador. Aun así, el acercamiento al rostro refuerza la sensación de empatía que se despierta en el espectador. Esto es interesante porque vemos a los protagonistas desde su posición, poniéndonos en su piel. Sin embargo, ellos miran hacia nosotros, cuestionándonos, como diciendo: “¿Es que no vais a hacer nada?”. Realmente, ahí está la gracia. ¿Qué es lo que pensamos mientras vemos lo que vemos? Asistimos a un viaje cinematográfico tremendamente reflexivo cuyo pacto ficcional sería ineficaz si la mente de la audiencia no terminara de escribirlo.

Conocemos la historia de antemano. Nos la han contado miles de veces y por eso creemos que nos anticiparemos a los acontecimientos. Al menos hasta que el personaje de Laia Manzanares coge las riendas del asunto y se vuelven las tornas. A partir de aquí todo se complica: las figuras femeninas toman el relevo, apoderándose del metraje antes que el desenlace concluya la película. El cambio en el punto de vista es de agradecer. Por el contrario, ver que algo que empieza tan bien se complete con escenas que no se acaban de entender es raro. Entorpecen, ya que no sabemos muy bien qué hacen ahí. No aportan nada, igual que la música. Irrumpe de forma esporádica tratando de aumentar la tensión del ambiente junto al tono crudo y perturbador que predomina la mayor parte del tiempo. De algún modo, las obras de Vermut y Maqueda dialogan entre sí bajo la influencia omnipresente del polémico Gaspar Noé. Varias secuencias parecen tomadas de “Irreversible” (02), “Enter The Void” (09) o “Clímax” (18). A su vez, “Mantícora” consigue ser más efectiva. Algunas acciones de “La desconocida” resultan inverosímiles y la historia no se resuelve tan bien.

A favor del director, diré que comprimir el film en ochenta y ocho minutos fue una decisión acertada. Favorece un ritmo ligero que agiliza la digestión del tema abordado. Ir al grano cuando hablamos de problemáticas como esta, evitando el tabú, es totalmente necesario. Aunque la nueva corriente fílmica que mencioné al principio sigue muy verde, llega como un soplo de aire fresco. No obstante, dudo que el público español esté tan preparado como nos gustaría.

 

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