Heartstopper

La segunda temporada de “Hertstopper” sigue justo donde terminó la primera, en los primeros meses de esa relación entre Charlie Spring y Nick Nelson, siguiendo a la perfección la trama del webcómic original escrito por Alice Oseman. En esta ocasión, también nos encontramos con ocho episodios en los que comenzamos a conocer mucho más a fondo a los otros personajes y se abordan temas que van más allá de las relaciones sentimentales.

El mejor punto de esta segunda temporada sigue siendo el mismo que en la primera, porque “Heartstopper” se ha convertido en uno de los grandes referentes para el colectivo LGTBIQ+ sin la necesidad de caer en los típicos clichés a los que estamos acostumbrados a ver en los productos audiovisuales que están protagonizados por personajes del colectivo. Poder ver durante dos temporadas como la relación entre Charlie y Nick va creciendo y fortaleciéndose poco a poco, sin ninguna pretensión sexual, simplemente cómo una primera relación adolescente, es un auténtico hito para una serie tan vista y que logró ubicarse entre las 10 series británicas más populares en Netflix en tan solo dos días. Esta ruptura de clichés provoca que se logre empatizar mucho más con los personajes y que podamos vivir con una gran emoción como saltan chispas cada vez que ambos se tocan la mano o cada vez que se retan a no besarse, también gracias a la gran interpretación por parte de Joe Locke y Kit Connor.

Además, en estos nuevos capítulos han ahondado más en las relaciones de los personajes secundarios, especialmente en la de Tao y Elle. Sin duda, el personaje que interpreta William Gao es el gran descubrimiento de esta temporada, ya que por fin deja a un lado esa careta de tipo duro y enigmático para convertirse en un chico tan divertido como sentimental con el que se logra conectar emocionalmente enseguida. Podríamos decir que el universo de “Heartstopper” se ha expandido y mejorado con el peso que han ganado los secundarios, las tramas de Darcy, Tara, Isaac e incluso Sarah Nelson (a la que interpreta la mítica Olivia Colman) han conseguido crear un equilibrio perfecto para que la serie no se encasille únicamente para el público adolescente.

También ha tenido mucha importancia el hecho de que ahora hay más elementos encima de la mesa y no solo imperan las relaciones sentimentales. Ver los problemas que tiene Charlie con la comida y como Nelson trata de comprenderlo y ayudarlo, o como Elle se encuentra entre la dicotomía de escoger entre su futuro y sus sentimientos, hacen que todavía entremos más dentro de su universo, porque son situaciones ante las que todos nos hemos encontrado en alguna ocasión y que, encima, están dirigidas e interpretadas de forma veraz.

Es una serie prácticamente obligatoria de ver, primero por el cariño con el que se nota que está hecha, después por la levedad con la que se ven sus capítulos y, por último, y más importante, por las puertas que puede abrir de cara a futuros proyectos y la ayuda que pueden tener las nuevas generaciones de ver a referentes reales a través de la pequeña pantalla.

Quizá el único punto negativo es que hay un exceso de inclusividad que generalmente no coincide con la realidad social en la que vivimos. Ahora bien, esto no empaña el gran trabajo que hay detrás de esta serie y la gran labor que consiguen representando de forma terrenal a un colectivo que casi siempre ha sido caricaturizado en la pantalla. Larga vida a “Heartstopper”.