Si el año pasado el Oscar a Mejor Película de Animación se lo llevaba “El chico y la garza” de Hayao Miyazaki, este año ha vuelto a ir a parar a una cinta más “modesta” en comparación con Disney o DreamWorks. Coproducida entre Letonia, Francia y Bélgica, “Flow” se estrenó en el Festival de Cannes, y durante estos meses ha ido acumulando premios, siendo el Globo de Oro el que ya nos avisó de que podía haber sorpresa en la gala de los Oscar.
En ella, nos situamos en un mundo en el que los humanos parecen haber desaparecido recientemente, y nuestro protagonista es un gato que busca refugio cuando sobreviene una especie de cataclismo, cubriéndose todo de agua. En su aventura, acabará compartiendo barco con otras especies animales: un perro labrador, un capibara, un lémur y un secretario.
El director Gints Zilbalodis consigue dar vida a toda esta odisea usando Blender, software de código abierto, y aunque evidentemente el resultado choca comparado con las películas de animación de los grandes estudios, no le quita nada de belleza al resultado. Tampoco es un punto negativo que la película, al querer “humanizar” lo mínimo a sus personajes, no contenga diálogos; el guion (coescrito junto a Matiss Kaza) se las apaña para que seamos uno más en las aventuras del gato y sus compañeros. Y, de paso, para que también aprendamos el valor de superar los miedos, de ayudarnos los unos a los otros e, incluso, para que veamos ese reflejo del final no solo como un cierre de círculo, sino también como un aviso en el que vernos en un espejo respecto a nuestro planeta.
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