Está claro que Tommy Wirkola no tiene cabida en todo lo pretencioso que a menudo envuelve la categoría de cine de autor, pero sus películas siguen, desde luego, una misma línea. Su marca de autoría es algo así como hacer mamarrachadas, pero siempre consciente de que lo son, y hay algo admirable en que sepa lo que hace (y disfrute haciéndolo, claro). “El viaje” es su última película, un trabajo que ratifica que lo suyo es entretener a base de golpes y sátira. Disponible en Netflix, el largo marca su retorno a las pantallas después de sus dos últimos filmes: la inquietante “¿Qué le paso a lunes” (17) y “Zombis Nazis 2” (2014), de necesaria mención por si lo de "mamarrachada" no había quedado claro.
“El viaje”, que cuenta con la recién galardonada en el Festival de Sitges Noomi Rapace como protagonista, empieza, literalmente, como la crónica de una muerte (y una infidelidad) anunciada. Intuimos desde el inicio que el tema principal va a ser la traición en el matrimonio, y aquel plano cenital de Lars (Aksel Hennie) y Lisa (Noomi Rapace) mientras se dirigen en coche a su cabaña en el bosque —al más puro estilo de "El resplandor"— nos confirma que algo no va a ir bien. Que a este plano tan tradicionalmente premonitorio de tragedias en el cine de terror le acompañen los compases de una canción de heavy (“O Dessverre” de Skambankt) marca la tónica de la película; Wirkola quiere que sepamos que esto no va muy en serio, y es que pese a que Netflix la califica de "macabra, suspense y gore", es la comedia (negra, eso sí) el género que impregna todas las escenas.
Sumidos en una dinámica de recíproca humillación, Lars, un director inepto y Lisa, una actriz frustrada teñida de rubia para un papel que jamás le dieron, se embarcan en una aventura en la que, al principio, parece que solo van a estar los dos. Sin embargo, la película termina pareciendo una oda a aquel refrán que dice que "éramos pocos y parió la abuela". Que si el jardinero, que si tres presos que se han dado a la fuga... A pesar de que todas estas adiciones al embrollo nacen de la voluntad de divertir (y lo consiguen en su mayoría), hacen que el foco inicial —aquel de un matrimonio que planea matarse— se pierda un poco.
Bueno, y el gore. Hay que hablar de él como si de otro personaje en el film se tratara, y es que desde la mitad del largometraje hasta el final, la sangre, las mutilaciones, las explosiones de sesos y demás barbaridades ocupan la trama. Cierto es que, con ellas, Wirkola consigue centrar al espectador en la risa asqueada que despierta este gore descerebrado. Pero no logra que uno olvide lo mucho que deja que desear el guion en varias ocasiones, con diálogos que pecan de querer ser ingeniosos sin llegar a serlo. Lo de los tres convictos fugitivos, por ejemplo, se lo paso solo porque funciona como inductor de la violencia que se espera del film. Aún así, si os digo que son un nazi, un hombre únicamente conocido como "Dave The Queer" y un asesino con greñas, el chiste se cuenta solo (y es uno de los malos).
Al final, en lo que parece una parodia de "Funny Games" —esta vez funny de verdad, no como la de Haneke—, Lars y Lisa terminan, para decepción del espectador, ayudándose el uno al otro. El perdón de Lars llega justo cuando lo esperamos, y es tan obvio que la pareja se va a unir para luchar contra "los malos" que su "reconciliación", si es que así puede llamarse, no despierta ninguna emoción. Quizás, en aquella escena en el barco, después de tanta salvajada, que Lisa se hubiera marcado un "Titanic" dejando que Lars se hundiera no hubiera estado de más.
Por el contrario, Wirkola prefiera darles un final "feliz", en el que por fin viven el éxito que una vez concebían inalcanzable, lucrándose de la experiencia cuanto menos traumática que han vivido. En resumen, una escabechina muy meta en sus escenas de grabación dentro del propio film y que parece querer esconder lo predecible que es a veces tras apariciones un tanto aleatorias y sus consecuentes flashbacks. Pero la verdad es que no nos vamos a poner tiquismiquis; es una película para reírse, así que si queréis pasar un buen rato, ya sabéis. Eso sí, aviso para navegantes: si sois aprensivos, tened el estómago vacío antes de verla.
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