El Pingüino
Cine - SeriesLauren LeFranc

El Pingüino

7 / 10
JC Peña — 17-12-2024
Empresa — MAX
Fotografía — Cartel de la serie

En una de sus recientes apariciones en el podcast de Joe Rogan, Quentin Tarantino defendía con su pasión habitual -pero también respeto- la superioridad del (buen) cine frente a las series hoy omnipresentes. Aunque éstas usan cada vez más recursos cinematográficos, el director se atrevía a señalar que, salvo alguna excepción, la gran mayoría no son sino “soap operas” (es decir, telenovelas o culebrones) que entretienen sin dejar poso en el espectador. Coja usted un universo (“Batman”, “Dune”, “Star Wars”, “El señor de los anillos”, qué más da) y construya un serial.

Y en esas estamos. En las series actuales, incluso las de prestigio, pasan muchas cosas a un montón de personajes. Pero rara vez su estructura (no digamos su final, a menudo caprichoso e inverosímil) tienen el poder del gran cine que se sustenta en guiones de peso. Eso es lo que sostiene el director de “Érase una vez en Hollywood”, y la verdad es que no le falta razón. “El Pingüino”, lujoso y siniestro (pero no tanto) spin off de uno de los villanos clásicos del universo Batman y la corrupta ciudad de Gotham, es un caso canónico para respaldar esta tesis. Se ve más o menos bien. Entretiene con moderación. Y se olvida al instante.

Pastiche del subgénero de la Cosa Nostra, con guiños evidentes al mito de HBO “Los Soprano” y otras referencias gloriosas del pasado, la mini serie busca humanizar -aunque veremos que no tanto- a un villano caricaturesco, a quien se construye un pasado turbio y una trayectoria calamitosa que justificaría -al menos, parcialmente- su vocación criminal. Hay una nueva droga que vender en la ciudad, hay macarras sin escrúpulos y mafiosos amorales, y una familia criminal con varios perturbados, que le ha dado cobijo hasta que las cosas se tuercen.

Gran parte del peso de la historia cae en la espalda del irlandés Colin Farrell (“Almas perdidas de Inisherin”), actor decente que, enterrado en espesas capas de un maquillaje tan convincente como grotesco, tiene el buen juicio de no exagerar aún más a su personaje: un friqui manipulador y habilidoso que desde su más tierna infancia se ha propuesto sobrevivir y ganar haciendo lo que haya que hacer para prosperar. Enfrente de él está una boss despiadada por las circunstancias y pasadísima de rosca (Cristin Milioti), que, siguiendo el signo de los tiempos, pretendería compensar la histórica ausencia de mafiosas al frente de organizaciones criminales.

Pese a esta relativa novedad, mucho de lo que sucede en “El Pingüino” ya lo hemos visto. Incluyendo el carácter impetuoso y esquizofrénico del protagonista, tipo simpático y caradura a la vez que resentido y mentiroso. Además de asesino. También estamos familiarizados con la ambientación cochambrosa con guiños setenteros al estilo de “Joker”, y abundancia de cadenas de oro, canciones de los ochenta, espesos acentos italianos y coches horteras. El arranque no carece de vigor, pero cuando empiezan los flashbacks y las abundantes escenas en que se muestra la enfermiza relación del protagonista con su madre, entramos de lleno en el territorio del culebrón. No digamos ya con la ridícula y superficial relación entre la mafiosa y su psiquiatra.

La historia está lejos de tener la complejidad de otras obras memorables que retratan el a menudo fascinante mundo del hampa, sus entresijos y claroscuros que retratan la naturaleza humana en su versión extrema. Que uno de los ejes sea la relación entre Oswald Cobb (el Pingüino) y un macarrilla desamparado que perdió a su familia en las riadas provocadas por los atentados de uno de los supervillanos de la saga, tiene gracia. Como el humor negro que salpica el metraje. Aún así, todo desprende un aire de déjà vu, y el forzadísimo final -rematado con el foco que proyecta el logo del vigilante Batman sobre el cielo de Gotham- se me hace inverosímil y antipático.

Tampoco es nuevo lo de los finales impactantes con muertes dramáticas, y menos en la venerable HBO. Sólo que esto no es “Boardwalk Empire”…que ahí sigue estando en la misma plataforma para quien quiera disfrutar de una buena historia de mafiosos bastante más reciente que “Uno de los nuestros” o “Al rojo vivo”. Es otro serial, sí, pero con mayor calado y complejidad que este refrito tan lujoso como olvidable.

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