Crítica de 'El baño del diablo', película galardonada en el último Festival de Sitges
Cine - SeriesSeverin Fiala Y Veronika Franz

Crítica de 'El baño del diablo', película galardonada en el último Festival de Sitges

8 / 10
David Sabaté — 15-11-2024
Empresa — Ulrich Seidl Film Produktion GmbH, ARTE, Bayerischer Rundfunk (BR), Heimfilm Gmbh, Österreichischer Rundfunk (ORF)
Fotografía — Cartel de la película

Tres películas en diez años han sido suficientes para situar en primera línea del cine de género actual a los directores Veronika Franz y Severin Fiala. Tras debutar con la inquietante “Buenas noches, mamá” (2014), notable debut sobre la extrañeza que pueden llegarnos a producir nuestros seres queridos más cercanos, y una gélida y perturbadora “The Lodge” (2019) en la que confirmaron que su talento no fue un simple golpe de suerte, la pareja de directores austríacos vuelve con “El baño del diablo” (The Devil’s Bath”), un importante peldaño más en su corta pero brillante trayectoria que les ha valido premios como el de, entre otros, Mejor Película en el último Festival de Sitges y un Oso de Plata en Berlín, situándoles también en la carrera a los Oscar en representación de su país.

Aunque no estamos ante una historia de corte fantástico ni sobrenatural, sino un drama de época ambientado en la Austria rural del siglo XVIII que aborda el fanatismo y los dogmas religiosos de ese periodo y uno de sus efectos colaterales, no por poco documentado menos grave: las estrictas normas sociales y, en concreto, la opresión de la mujer en unos años marcados ya de por sí por unas condiciones de vida deplorables.

La cinta remite en lo formal a “The Witch” de Robert Eggers, con esa fotografía dominada por las tonalidades ocres y unas localizaciones sombrías protagonizadas por bosques cubiertos de neblina. También se le acerca en lo narrativo, con un tono sobrio y pausado sustentado en el costumbrismo, la naturaleza y lo pagano. Incluso por sus apuntes de folk horror, con ese cadáver mutilado y expuesto con voluntad atemorizante y ejemplificadora. Todo resulta válido para mantener las normas y la fe de la comunidad.

Aunque aquí no hay machos cabríos que hablan fuera de campo ni jóvenes desnudas que levitan alrededor de una hoguera. Quien lleva el peso de la historia, bien arropada por esa magnífica atmósfera, son los personajes y su dañada psique, en concreto su protagonista Agnes, una excelente Anja Plaschg –más conocida por algunos por su proyecto de música darkwave y experimental Soap & Skin–, quien encarna aquí a una joven recién casada que empieza a sufrir las consecuencias de esa férrea e inflexible educación religiosa traducida en un sinfín de líneas rojas. Su hogar y la comunidad entera en la que vive se convertirán casi de la noche a la mañana en una auténtica prisión invisible, con algo del martirio femenino presente en la obra de Lars Von Trier, que minará día a día la frágil integridad mental de la chica, precipitando el desastre.

Sin ser una obra maestra rotunda, “The Devil's Bath” constituye una propuesta indispensable de este 2024, por su pronta madurez y por su equilibrada combinación de drama y denuncia social, portento visual e interpretaciones notables; sirva como ejemplo su clímax de la confesión, desde ya una las mejores escenas del año.

 

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