En un lugar en el que un abrigo y un trozo de pan eran un lujo, Rodrigo Cortés emplaza su obra de mayor calidad hasta la fecha. Una obra que demuestra que, en los momentos más oscuros, el arte debe existir y mantenerse como ese bien de primera necesidad que es en realidad.
Con reminiscencias a películas fundamentales como “La lista de Schindler” (Steven Spielberg, 93) o “Ser o no ser” (Ernst Lubitsch, 42), entre otras, la cinta dirigida por Cortés está ambientadad en el gueto de Varsovia en 1940. Narra la historia de un grupo de actores judios de teatro musical que interpretan la pieza que sirve para titular el filme y con la que buscan hacer reir a sus compatriotas en uno de los momentos y lugares más oscuros que hayan existido en la historia.
Desde tres puntos de vista diferentes, el patio de butacas, el escenario y bambalinas se va cocinando una obra que expone de manera mordaz la importancia del teatro para sus espectadores, gentes que no tenían ninguna otra cosa a la que agarrarse en aquellos momentos. De ahí que la tensión se viva en cada una una de esas perspectivas a cada segundo, especialmente en las escenas en las que la policía nazi irrumpe en el teatro, mostrando como el control y la represión acaban por hacer dudas a las personas de si mismas y de quienes tienen cerca. Y todo ello está expuesto con maestría por Rodrigo Cortés, creciendo todavía más con la partitura de Víctor Reyes, las interpretaciones de Clara Rugaard, Ferdia Walsh-Peelo, Magnus Krepper y prácticamente todo el reparto principal y secundario. Con un plano secuencia inicial brillante, “El amor en su lugar” es una de esas obras de las que los diálogos te retumban en la memoria durante los días siguientes a su visionado. No hay más que recordar la respuesta que el personaje de Rugaard da a la pregunta de su compañero en la fría trastienda del teatro: “¿Crees en la vida después de la muerte? Me conformo con una antes de ella”.
Si bien los Premios Feroz se han acordado de ella, “El amor en su lugar” es la gran ausente de los Goya, los cuales parecen haberse olvidado de que Cortés existe más allá de “Buried” y de que es uno de los mejores cineastas de nuestro país.
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