Si de algo ha servido la fiebre del true-crime catódico, además de para avivar nuestra vicaria y más morbosa curiosidad espectadora, es para reabrir casos de incierta conclusión y necesaria revisión popular. Hacer justicia, en la medida que se pueda, y brindar al público de nueva generación la oportunidad de conocer en profundidad casos como el de Marie Trintignant y Krisztina Rády de la mano de productos audiovisuales como “De estrella del rock a asesino”.
Da la sensación de que el estreno en Netflix de esta docuserie de tres episodios llega en un momento muy pertinente. Uno en el que la actualidad continúa mostrándonos casos de violencia machista desestimados o paralizados en los tribunales, narrativas que minimizan el dolor y la impunidad y testimonios de mujeres ignoradas por las altas esferas jurídicas. No nos engañemos, no hay casualidad que valga. Es el eterno retorno del que no aprendemos, del que no queremos aprender.
Los más talluditos recordarán bien a Bertrand Cantat, carismático líder de la no menos carismática banda Noir Désir. Lo que mucha gente querría, sin embargo, es recordarle únicamente por su perfil artístico y no tanto por el hecho de ser un asesino. Corría el inicio del nuevo milenio, y a pesar de que el grupo gozara de una asentada popularidad en la escena alternativa francesa y de que su cantante se vanagloriase del carácter social y comprometido de sus letras, la cuenta atrás para que este nos mostrara a todos sus verdaderos colores había comenzado. La contradicción entre el personaje y la persona, como vemos, siendo más antigua que el propio mundo.
Cantat no solo mataría en el verano de 2003 a Marie Trintignan, actriz de ilustre recorrido y reconocida filmografía. También se valdría de las lagunas y vacíos de una ley ineficaz y feminicida para salir airoso, tergiversar la verdad y vender un relato exento de culpa. Lo que le valdría tanto para regresar a los escenarios (avalado por su discográfica multinacional) y hacer caja de su relance mediático, así como empujar al suicidio a su ex–esposa y madre de sus hijos, Krisztina Rády.
Mientras al mundo entero no parecía cuadrarle que un ídolo rock de la talla y el prestigio de Cantat pudiera verse envuelto en una sórdida colección de “disputas pasionales” como estas, y frente a la edulcorada cobertura que los medios de la época (y no tan de la época) hicieron sobre el caso, una única voz dentro del periodismo musical se alzaría con el designio de poner luz a los infinitos cabos sueltos de la cuestión. Los ojos y las palabras de Anne-Sophie Jahn se convirtieron así en el único haz de luz al final de un túnel de silencio, omisión y vergüenza nacional que marcaría un antes y un después en la cultura gala.
Jahn, co-directora del proyecto junto a Zoé de Bussierre, Karine Dusfour y Nicolas Lartigue, fue también la responsable del primer artículo periodístico que se atrevió a ponerle palabras a los hechos y dignificar, investigación mediante, la memoria de las dos mujeres que vieron su vida truncada de forma anticipada por la violencia misógina de Cantat.
A partir de un excelente montaje de imágenes de archivo y entrevistas a las diversas partes involucradas (desde ex-parejas de Trintignant hasta familiares de Rády, pasando por las sentidas palabras de la cantante Lio o un avergonzante representante de su discográfica), “De estrella del rock a asesino” cumple con acierto su principal cometido: señalar culpas y preservar la memoria de quienes ya no están, sin olvidar precisamente los motivos por los que ya no están.
Eso sí, superada la emoción de su sobrecogedor corolario (“El silencio sigue matando”), y conscientes de que el mundo real nos regala a diario motivos para creer que no hemos avanzado tanto como nos gustaría, bien está recordar que la verdadera lucha está en nuestro día a día y no solo en las plataformas. Bienvenida sea su valiente ejecución y ponderado reconocimiento (alcanzando los puestos más vistos en su primera semana de emisión), pero mientras que la cancelación popular tenga una fecha de caducidad tan laxa y la pasividad legal y política consienta la violencia letal contra las mujeres, gritos de auxilio y denuncia como “De estrella del rock a asesino” seguirán quedando reducidos a la mera etiqueta de contenido.
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