Cuando el uso y el abuso de la nostalgia comienzan a alcanzar cuotas de tomadura de pelo, quizás es el momento de parar y dejarlo estar. Esta línea no la firma tanto el crítico (quien habría implorado pisar el freno de esta tendencia hace ya muchos años), como sí el niño decepcionado que no deja de comprobar como, una vez más, se intentan avivar llamas audiovisuales que no prenderían ni con ácido sulfhídrico.
“Power Rangers: Ayer, hoy y siempre” ni siquiera funciona como producto nostálgico que engatuse a la facilona generación de los noventa, siempre ávida de viajar al pasado para reencontrarse con su inner child, ahora sepultado entre toneladas de ansiedad y empleos de nueve a cinco (con suerte). Desde las caras de sus actores protagonistas (que parecen estar continuamente implorando que se les dé el cheque y que esto acabe lo antes posible), hasta esas ausencias mal disimuladas que dejan mal cuerpo, este especial de cincuenta y cinco minutos, que conmemora el reencuentro tres décadas después del elenco original del tokusatsu a la americana por excelencia, es una buena prueba de que no todo vale y regresar a cualquier precio no siempre suma.
Sin muchas ceremonias previas, los acontecimientos comienzan a sucederse en absoluta in media res: Billy, el Power Ranger azul, traerá erróneamente a la vida al espíritu atrapado de Rita Repulsa, ahora materializada en Alpha y dispuesta a volver atrás en el tiempo, destruyendo de paso a los Rangers de diferentes generaciones. Mientras nos horrorizamos con el nuevo diseño de personajes que se nos propone (pues lo sentimos, pero ni la nueva y robotizada Rita, ni sus secuaces, Snizard y Minotauro, pueden competir con sus versiones pretéritas), rondará por nuestras cabezas una inevitable y continua cuestión: ¿Cómo es posible que, treinta años después y con un jugoso desembolso para efectos especiales por parte de Netflix, no se haya logrado firmar una película mejor que la que la franquicia nos entregó en 1995? Eso sí, en favor de su irregular y decepcionante intento, “Power Rangers: Ayer, hoy y siempre” no falla a la hora de traernos de vuelta esos momentos clave y recurrentes que todo fan aguarda: desde sus icónicos planos individuales que rompen la cuarta pared con nuestros protagonistas metamorfoseándose, hasta las peleas acrobáticas y coreográficas contra los siempre torpes e inquietantes Masillas, pasando, por supuesto, por esa suma de totales que supone el regreso del Megazord original y la consiguiente batalla de figuras gigantes que cierra el conflicto (al menos, a la hora de dar espacio al abc canónico de la serie no fallan).
Con todo, si la entendemos como una primera toma de contacto con la intención de comprobar la recepción del universo Ranger en pleno 2023 y la esperanza en ristre de seguir firmando entregas periódicas y regulares (algo que tampoco nos parecería de locos, con Minh ya dentro del elenco, y Billy continuando con la búsqueda incompleta de Zordon), se entendería el limitado despliegue de recursos ofrecido, en aras de no darnos todo lo magro en el primer estoque. Sin embargo, si la idea era dejarlo simplemente aquí, como una mera celebración de lo que un día la serie supuso y como homenaje a algunos de los Rangers caídos (el reciente desaparecido Jason David Frank o Thuy Trang), lamentablemente, el resultado termina siendo un flaco favor de muy cuestionable aporte.
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