'Castlevania: Nocturno'(T-1)
Cine - SeriesClive Bradley

'Castlevania: Nocturno'(T-1)

7 / 10
Abel Olivares — 16-10-2023
Empresa — Netflix
Fotografía — Cartel de la serie

“Castlevania” va a su rollo. Ver que una plataforma blanca y familiar, que impone unos estándares corporativos a todas sus producciones, apuesta por seguir desarrollando contenido explícito y deslenguado como el suyo, es un hecho insólito de los que ya no hay. O eso, o la existencia de salvajes negociaciones por detrás. Los creadores saben que tiene una personalidad arrolladora y, quieras o no, el carisma va muy buscado en el sector audiovisual. Igual sea esa la razón por la que Netflix ha dado vía libre al spin-off que continúa el legado iniciado por Drácula y los Belmont.

Cuando en julio se anunció “Castlevania: Nocturno”, se nos prometió el retorno de la impecable animación al estilo anime japonés que caracteriza la entrega original, pero con algunos cambios: esta vez, la historia estaría protagonizada por el último heredero de los Belmont varios siglos después, en la Francia de la Revolución. Además, Clive Bradley introduce la presencia de personajes atractivos –física y narrativamente hablando– con una identidad muy marcada, diferentes a los que solemos ver en otras películas o series dentro de la plataforma. De hecho, a medida que transcurre la trama, los protagonistas van perdiendo relevancia; llaman mucho más la atención estos personajes que viven en la oscuridad y tan solo aparecen brevemente, pero con elocuencia, dejando huella. Solventan la flacidez argumental llena de sucesos en los que no se profundiza lo suficiente. Asimismo, resulta interesante el poderío que tienen las figuras femeninas. Hacen que las masculinas queden relegadas a un segundo plano. Incluso se agradece que sea así porque descubrimos una faceta distinta en los hombres; la sensibilidad que proyectan les humaniza.

Es una delicia ver los efectos visuales, el brillante cromatismo y las escenas de confrontación extremadamente dinámicas que, sin duda, asombran a cualquiera. Un trabajo exquisito por parte de los animadores, quiénes aseguran la viabilidad de planos imposibles. De igual forma, la hostilidad del ambiente queda enmarcada a la perfección por el ingenioso uso de la iluminación, donde las sombras tienen la última palabra. En realidad, los claroscuros magnifican la sensación de decadencia debido a la caída del sistema, propiciada por una Revolución Francesa dispuesta a poner fin al dominio ególatra de la aristocracia. Por otro lado, aquellas personas adeptas al imaginario vampírico, verán los guiños y referencias a otros clásicos del género. Por poner un ejemplo: la estética rococó “más es más” de la antagonista es herencia directa de la Carmilla femme fatale de “Vampire Hunter D: Bloodlust” (00). También destaca el exhaustivo análisis histórico que se lleva a cabo, como ocurría en la “Castlevania” (17) de Warren Ellis. El punto temporal en el que toman lugar los hechos podría ser un simple añadido, pero, lejos de limitarse a eso, el equipo de Clive Bradley realiza un ensayo ético en toda regla. Se cuestionan los valores morales y la jerarquía social de la época mientras la magia de la fantasía actúa de adorno. Bradley tampoco se olvida de complementar el entramado fílmico con el halo de erotismo y homosexualidad que ha envuelto la figura del vampiro durante siglos.

Por último, la tarea que vuelve a ejercer Trevor Morris con la banda sonora consolida la inmersión melódica que acaba de sumergirnos en la atmósfera lúgubre de la serie. Sin embargo, el spin-off no acaba de despegar. Aunque, viendo la audacia que han tenido al incluir ese sorprendente plot twist final, la cosa mejora. Y mucho. Deja la puerta abierta a otra temporada de la que ya estamos impacientes por saber qué nos deparará.

 

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